25/5/09

Ellacuría, crimen sin castigo


Ahir diumenge, el programa En Portada de Televisió Espanyola va presentar un documental sobre la impunitat existent vint anys després de l'assasinat el 16 de novembre de l'any 1989 del pare jesuíta Ignacio Ellacuría i de sis persones més: Ignacio Martín Baró, Segundo Montes, Amando López, Juan Ramón Moreno Pardo, Joaquín Lopez y López , Elba Julia Ramos y la hija de ésta, Celina, de 15 años, a mans del Batallón Atlacatl de la Fuerza Armada de El Salvador.

Us deixem l'enllaç de l'avançament del programa: "Ellacuría, crimen sin castigo".

I a més, us convidem a llegir l'entrevista al General René Emilio Ponce qui va ordenar aquest crim "sense deixar testimonis":

¿Qué opina de la querella que se ha presentado en España contra 14 ex militares por el asesinato de los jesuitas?
La querella la han presentado dos ONG buscando alguna institución que pueda reabrir el caso. Yo creo que se está violentando un principio del derecho universal, el non bis in idem. Que significa que una cosa juzgada no puede volverse a juzgar. Y eso lo tenemos nosotros en nuestra constitución, en el artículo 11, que específicamente habla de que una persona que ha sido enjuiciada por una causa no puede volver a ser enjuiciada por la misma razón. Aquí en el Salvador el caso jesuitas ha tenido dos juicios. Uno en el año 91-92, que tuvo una sentencia en el que hubo dos condenados un coronel y un teniente. Y luego hubo otro proceso que se resolvió con el sobreseimiento de los encausados. Si España conoce que el caso ha sido juzgado y continúa con el proceso definitivamente lo considero un nuevo colonialismo de España. Nos están diciendo su justicia no sirve. La nuestra sí sirve.

¿Pero aquel juicio no fue un juicio farsa?
En el primer juicio, la investigación comenzó el año 90 e intervinieron investigadores de la policía española, del FBI y de Scotland Yard apoyando a la comisión de hechos delictivos en el Salvador en la investigación. Así fue como el juez llegó hasta el plenario y hubo un juicio completo. Hubo una sentencia del juez Lo que sucede que es el caso es que las sentencias que han salido no son del agrado de las partes querellantes. Entonces no se puede estar diciendo que se va a manejar todo un sistema judicial de un país. Yo pienso que se está vulnerando en estos momentos la seguridad jurídica del Salvador.

¿Estaría dispuesto a ir a declarar a España?
Pues tendría que evaluarlo en su momento oportuno. Nosotros esperamos que la justicia española respete nuestro sistema judicial. Puede que sea imperfecto o que no siga los cánones de otros países pero es nuestro sistema judicial, respaldado por nuestra soberanía nacional. Ahí vamos a ver si el caso es más político que jurídico.

Según la Comisión de la Verdad, usted dio la orden de asesinar a Ignacio Ellacuría y no dejar testigos. ¿Reconoce usted que ordenó ese asesinato?
Durante 19 años tanto mi familia como yo hemos estado sufriendo este ataque injustamente. Porque yo en ningún momento, en ningún lugar, he dado al coronel Benavides la orden de asesinar a los jesuitas y no dejar testigos. Fíjese que es contradictorio lo que contiene el informe de la Comisión de la Verdad. Porque ellos dicen que enfrente de dos generales y de dos coroneles yo le ordeno: Asesine a los jesuitas y no deje testigos. ¿Y los que estaban oyendo allí no eran testigos? Es una contradicción. Lo más increíble de la Comisión de la Verdad es que ellos no citan ninguna fuente que haya dicho eso. Yo no me puedo imaginar quién se inventó esa historia. Porque en definitiva quiero asegurar categóricamente que en ningún momento y en ningún lugar yo he dado la orden para asesinar a los jesuitas.

¿Conoció, permitió o avaló que alguien encargara ese asesinato?
De ninguna manera. No estaba yo únicamente concentrado en lo que se hacía aquí en la ciudad de San Salvador. Estaba conduciendo las operaciones a nivel nacional. Estaba defendiendo un sistema a nivel nacional. Nunca tuve conocimiento de que alguien tuviera la idea de asesinar a los padres jesuitas.

¿Entonces fue obra de un comando por su cuenta?
Definitivamente que sí. Déjeme ponerlo en contexto: La ofensiva se inició a las 20 horas del día 11 de noviembre. Nuestra primera estrategia fue defender los centros neurálgicos, los objetivos estratégicos de nuestro país, de la embestida del FMLN. Había balas, balazos por todos lados, de la capital principalmente. Los combatientes del FMLN venían hasta con tres fusiles porque tenían planificado que la gente residente en los barrios populosos iban a tomar las armas para llevar a cabo la insurrección armada.


El 15 de noviembre yo hice una reunión con todos los comandantes del área de San Salvador. Estaba dividido en 5 comandos. Entre ellos estaba el comando de seguridad del Estado Mayor, el ministerio de defensa y de las zonas aledañas, en las que estaba incluida la UCA. El comandante de esa zona era el coronel Benavides. Establecimos en esa reunión cuál iba a ser la acción a tomar para desalojar las áreas ocupadas por el FMLN. Porque ya la mayoría de la población había sido evacuada, habían salido con una banderita blanca en medio de las balas. Considerábamos que la gente que había en esa zona era gente del FMLN. Iniciamos nuestra ofensiva y esa fue la razón de esa reunión. Y allí estaba el coronel Benavides como parte de los comandos conformados en el área metropolitana. Y en ningún momento se dio la orden de asesinar a los jesuitas. En consecuencia, si este comando tomó la decisión de entrar a la UCA y asesinar a los jesuitas fue una decisión propia del comandante de ese comando.

¿Por qué murieron Ellacuría y sus compañeros? ¿Por subversivos?
No creo que fuera por eso. Tuve una plática con el padre Ellacuría durante las negociaciones que se hicieron para el secuestro de la hija del presidente Duarte. Él era el intermediario, tenía relación con el FMLN y ahí conocí su vocación por la paz y que de alguna forma no estaba de acuerdo en cómo se estaba llevando el conflicto, cómo estaba estableciendo sus estrategias el FMLN en el campo violento. Creo que la muerte de los jesuitas fue una consecuencia del momento que se vivía ante una ofensiva que estaba afectando a toda la capital del país.

¿Pero por qué fueron a por ellos? No iban armados. ¿Por qué fueron a buscarlos y los fusilaron?
Yo creo que esa es una buena pregunta que le podrían hacer al coronel Benavides. Cada año que hay ataques públicos contra nosotros yo he dicho: Que diga el coronel Benavides públicamente si yo le he dado esa orden. Yo no tengo la menor idea de por qué tomó esa decisión.


¿Hubo intentos posteriores de encubrir el asesinato?
No, las fuerzas armadas se abrieron a la investigación. Intervinieron agentes de la policía española, del FBI y de Scotland Yard y estaba la unidad especial investigadora de El Salvador. Nosotros nos abrimos completamente a la investigación, porque veíamos que era una cosa horrenda, un crimen horrendo. Yo en lo personal creí que había sido el FMLN por causarnos problemas a las Fuerzas Armadas. Las investigaciones tomaron otro rumbo y llegaron a la conclusión de que había un grupo de oficiales y tropa que eran responsables de la muerte de los jesuitas y fueron los que llevaron a juicio.

¿Teme usted ser recordado como un asesino, atrapado en su país como en una gran cárcel?
Durante 19 años mi familia y yo hemos soportado, hemos sufrido esta injusticia, de que me estén señalando como asesino cuando en realidad yo no tengo ninguna culpabilidad en la muerte de los jesuitas. Posiblemente una porción del pueblo salvadoreño tenga de mi la imagen de un asesino, como me han dibujado las opiniones públicas vertidas sobre todo por organizaciones de izquierda, y en el mismo informe de la Comisión de la Verdad no tiene responsabilidad nadie de lo que aparece ahí. Es un informe que lo firman tres personas pero no citan quién dijo tal o cual cosa. Y en los mismos acuerdos de paz se estableció que ese informe no iba a tener utilización judicial. Sin embargo eso contribuye a que lo que usted me pregunta pueda suceder en el futuro. Y es injusto porque yo dediqué 30 años de mi vida a servir a mi patria, a defender a mi país y en los momentos más difíciles yo estuve conduciendo estratégicamente a las fuerzas armadas para defender un sistema amenazado por una agresión comunista apoyada internacionalmente. Después estuve como ministro de Defensa participando en la negociación de la paz. Es injusto que todo ese esfuerzo tenga poca validez ante un señalamiento que no tiene sustentación, que más que todo es el invento de alguien que busca dañarnos y que buscó dañarnos durante todo el tiempo, las organizaciones de izquierda manipuladas por el comunismo internacional.

¿Estaría usted dispuesto a pedir perdón públicamente a las víctimas?
¿Por algo que yo no hice? Perdón de qué voy a pedir yo, si yo no lo hice... Yo no tengo ninguna culpabilidad en eso. Sí, yo lo lamento y acompaño a los familiares de las víctimas en ese dolor, porque sé lo que es perder un familiar en una situación en la cual son inocentes.

¿Pero puede haber reconciliación sin justicia? ¿No deberían revisarse o abolirse las leyes de amnistía?
Los mismos protocolos de la Convención de Ginebra dicen que cuando se negocia y se busca una solución política a un conflicto armado interno se debe dar una amnistía absoluta, amplia y general para buscar la reconciliación de la sociedad. Eso es lo que se dio en nuestro país. Eso podría compararlo yo también con la guerra civil de España. ¿Cómo se logró la reconciliación en España? ¿Por qué le han dicho al juez Garzón que no abra casos de la guerra civil? Porque va a poner al país en una situación de confrontación. Hay cosas que tienen que perdonarse, tienen que cuidarse y realmente buscar esa consolidación de la reconciliación de la sociedad respectiva. Y eso es lo que busca la amnistía en estos casos y la mismas Naciones Unidas lo recomiendan.

La ley de amnistía del 93 fue apoyada por los países amigos del proceso, que eran cuatro. España, Colombia, Venezuela y México. Recuerdo que visitamos al presidente González en España y él creía que la amnistía era necesaria para la reconciliación de todos los salvadoreños. Comparándolo con leyes de amnistía de otros países suramericanos como Chile, Argentina, Uruguay ¿Son casos diferentes? Ellos no tuvieron un conflicto armado tan intenso como el que vivimos en nuestro país durante 12 años, por lo tanto aquí estamos confrontados dos organizaciones militares una defendiendo el estado y otra intentando tomar el poder del Estado éramos salvadoreños enfrentados entre sí. Creo que una ley como esa fue necesaria para consolidar la paz y buscar la verdadera conciliación de los salvadoreños.

¿Usted se arrepiente de algo?
No me arrepiento de todo lo que hice en beneficio de mi país. No me arrepiento de haber estado al frente de las Fuerzas Armadas para hacer valer el Estado de Derecho. Para defender la institucionalidad del Estado, para defender nuestras libertades y para defender el sistema constitucional de nuestro país. De eso yo no me arrepiento porque logramos la paz y entregamos al gobierno de la República, al pueblo salvadoreño, en 1993, un país en paz. No se me viene a la mente de algo que pueda arrepentirme porque siempre tuve en mente actuar dentro de lo correcto, en el margen que establece la ley y dentro de la institucionalidad del Estado. Los jesuitas fueron víctimas de las circunstancias. Y del momento, el contexto que estábamos viviendo, dentro de la ofensiva Hasta el Tope que llevó a cabo el FMLN para tomar el poder dentro de su agresión comunista.