17/4/16

Concertación feminista Prudencia Ayala


La Concertación feminista Prudencia Ayala es una coordinadora que aglutina a más de 20 organizaciones feministas y de mujeres, así como a unas 70 feministas independientes.

Desde hace más de 10 años, la Concertación, ha venido trabajando en la defensa de los Derechos Humanos de las Mujeres, siendo una de sus principales tareas la elaboración e impulso de leyes que favorezcan el cambio social necesario para el logro de la igualdad entre hombres y mujeres, y el fin de la discriminación por razones de género.

En este sentido, desde hace años, la Concertación ha venido impulsando un proceso de elaboración de un nuevo anteproyecto de Ley de Igualdad. ¿Por qué una Ley de Igualdad? Los Pactos y Convenciones Internacionales sobre Derechos humanos y las Conferencias y Convenciones de la Mujer, realizadas desde 1975, han permitido avances significativos en la inclusión del principio de igualdad y no discriminación en las Constituciones nacionales de los Estados que las han ratificado, así como en la legislación secundaria. Pero la simple inclusión del principio de igualdad, en instrumentos fundamentales de Derechos Humanos y en las Constituciones nacionales, no es suficiente para garantizar una igualdad real entre hombres y mujeres.


También la Concertación feminista Prudencia Ayala trabaja en crear espacios que permitan el reconocimiento del esfuerzo político del movimiento de mujeres en la lucha por la visibilización, denuncia y atención de las victimas de la violencia contra las mujeres, al mismo tiempo condenar todas las formas de violencia contra las mujeres como la expresión más cruel del dominio patriarcal. Por lo que exige al Estado la garantia para las mujeres de su derecho de vivir libres de violencia en todos los espacios y destine todos los recursos necesarios para: La prevención, sanción y erradicación de la violencia contra las mujeres. Por consiguiente, entre sus acciones se solidariza con las mujeres victimas de violencia y al mismo tiempo reconocer que la violencia nos afecta a todas.

10/4/16

"El país de donde vengo" de Francisco Andrés Escobar

 "El país de donde vengo" de Francisco Andrés Escobar ofrece un mural estampas, crónicas y relatos de El Salvador, que a cada quien recordará aquella niñez que alguna vez se vivía entre la inocencia y los fragores de un país cada vez más lejano. En este libro el autor expresa el entrañable amor por el suelo que lo vio nacer.

Así “El país de donde vengo” es el relato de la infancia en el terruño de Paco Escobar. Estas crónicas que aparecieron, en su mayoría, en diferentes tirajes de La Prensa Gráfica son el testimonio del entrañable amor del escritor por el suelo que lo vio nacer. En estos relatos, se remonta a los recuerdos de su niñez en un pueblito de El Salvador.

El protagonista, es decir, el nieto de la mama Tula, recuerda la triste partida hacia el otro mundo de su amadísima abuela, quien lo acogió en su seno a la muerte de su única hija. Su abuela, mujer viuda, de temple y mujer de un solo hombre, arrebató al nieto cuando por la tozudez de su yerno, muere su hija en el parto. Ella había presentido una desgracia en el embarazo por lo que pidió al yerno que le permitiera llevar a su hija a un lugar de máxima atención para evitar cualquier desgracia. Sin embargo, él no atendió su ruego y la joven esposa fue atendida por parteras que no pudieron hacer nada ante el parto difícil. El resultado: la madre muere y sobrevive el niño. A partir de ese momento, el nieto es arrebatado por su abuela, para criarlo ella misma.

Así, desde los primeros recuerdos del protagonista la vida transcurrirá en el pueblo. En las crónicas desfilarán todos los personajes: desde el Alcalde, las familias distinguidas del pueblo, los amigos de infancia del protagonista, y de la familia, los demás protegidos e hijos adoptivos de la abuela, hasta los marginados y prostitutas. Estas croniquillas, como las llama el autor, serán un fiel testimonio de las celebraciones religiosas dedicadas al Corazón de Jesús, La Virgen de Guadalupe, el Cristo Negro y la romería a Esquipulas, la celebración del Miércoles de Ceniza y otras actividades religiosas.

Los desfiles del 15 de septiembre con toda la pompa y la chismografía del pueblo, nos dan la puntada humorística; la llegada del circo al pueblo, las veladas escolares y otros acontecimientos más. En cuanto a lo social, a través de las personas que tienen ingreso al Casino, se advierte la estratificación: los del casino, las familias conocidas, el pueblerío, y la indiada. En síntesis, la obra tiene como punto medular la historia de dos amores incondicionales de abuela y nieto en el marco de una sociedad de la primera mitad del siglo XX.

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Francisco Andrés Escobar nace el 10 de octubre de 1942 en Cuscatlán y muere en 2010. Se graduó como Trabajador Social, carrera que fue complementada en un proyecto de la OEA, en 1967. Así mismo, se desempeñó como profesor y Jefe del Departamento de Estudios de la Escuela de Trabajo Social de El Salvador. Luego, laboró como profesor de literatura en el Colegio de El Externado San José. Por aquel entonces, también cursaba su licenciatura en Ciencias Políticas en la Universidad Centroamericana “José Simeón Cañas” (1974-1977).

Paco Escobar, cultivó el oficio de actor interpretando obras de autores salvadoreños, centroamericanos y universales. Al mismo tiempo, fue director de teatro, incluyendo obras suyas como “Un tal Ignacio (San Salvador, 1993- 1994, dedicada a la vida del célebre y bien recordado rector de la UCA, Ignacio Ellacuría) y “De la sal y de la rosa” (que trata de la vida de la poeta salvadoreña Claudia Lars, en 1994). Gran parte de la producción literaria, periodística, poética y ensayística de Francisco Escobar, se encuentra diseminada en el Diario Latino, La Prensa Gráfica, Semana, Taller de Letras de la UCA, Orientación, Siete días, Estudios Centroamericanos (ECA), formando parte del consejo de redacción de la misma.

Entre sus obras publicadas se encuentran: “Andante cantabile” (cuentos), “Una historia de pájaros y niebla”, “Petición y ofrenda” (poesía), “Ofertorio” (poesía), “Solamente una vez” y “El país de donde vengo “, compilación de algunas de su crónicas personales aparecidas en la Prensa gráfica, entre otras. Entre los reconocimientos recibidos, se puede mencionar que fue galardonado en 1995, con el Premio Nacional de Cultura; fue designado como miembro de la Academia Salvadoreña de la Lengua y en el 2004, La Cámara Salvadoreña del Libro le otorgó un reconocimiento en el marco de las celebraciones del Día Mundial del Libro y de los Derechos de autor.

5/4/16

"El asesino melancólico" de Jacinta Escudos


Entre la selección de la mejores obras literarias del 2015 podemos encontrar "El asesino melancólico" de Jacinta Escudos editado por Alfaguara. Os dejamos con la crítica literaria de Élmer Menjívar.

La escritora salvadoreña Jacinta Escudos publicó en 2015 El asesino melancólico, bajo el sello de la Editorial Alfaguara. Se trata de un texto que se extiende por 95 páginas y que luce la categoría de novela. La primera tentación crítica es meterse a elucubrar sobre su género dada su extensión ¿novela corta? ¿cuento largo? ¿aún importa clasificar en estos géneros a la narrativa literaria? ¿por qué? ¿para qué? Dicho esto me apresuro a aclarar que para mí no existe tal cosa como la supremacía de géneros –en literatura tampoco– y que me parece ocioso buscar, por ejemplo, en qué consiste la superioridad de La región más transparente, una novela de Carlos Fuentes, sobre El perseguidor, un cuento de Julio Cortázar. La segunda tentación es sentenciar: es un cuento largo por su economía de texto, de personajes y de ambientes, y, sobre todo, por mantener la voz narrativa en un solo tono (¿melancólico?). La tercera tentación es pasar de largo el tema del tamaño y del género y entrar de una vez a comentar algunos valores narrativos de El asesino melancólico sin aludir taxativamente a su identidad textual. En esta última tentación me dejo caer.

Lo mejor de El asesino melancólico en tanto obra de narrativa literaria es el desarrollo de sus personajes, desde su presentación hasta su cumbre. Escudos escoge fórmulas puntuales para soltarnos a sus protagonista. Con 32 palabras Blake Sorrow se hace contundente: «El día en que Blake Sorrow cumplió 50 años, emprendió el único acto de valentía del que sería capaz en toda su vida: se admitió a sí mismo que era un fracasado». Con la coprotagonista, Rolanda Hester, el procedimiento es igual: directo y preciso. La diferencia, quizá sutil, es que a Sorrow lo presenta la voz del narrador (omnisciente), y Hester se presenta ella misma en la primera línea de diálogo de la narración.


Estas decisiones narrativas marcan el carácter y el ritmo del texto que va creciendo como un diálogo en el que la voz de la comunicación explícita la aporta ella, mientras que lo que sabemos de él nos lo cuenta el narrador. Ambos personajes son poderosos –quizá quiero decir memorables–, bastante clásicos –muy noir– que ubicados en un contexto referencial –una suerte no where– logran desarrollar una historia que se cierra –sin candados– en sí misma. El asesino melancólico se lee rápido –un viaje de ida a Guatemala en autobús– y con ganas porque contiene esos motores de lectura que no fallan: contiene intriga y suspenso, sexo y romance –it’s complicated–, episodios tremendamente empáticos –volví a comer sardinas con galletas saladas– y consigue un tono reflexivo que no aspira a dar lecciones de vida. A pesar de su brevedad, luce recursos ágilmente dosificados como el flashback, capítulos epistolares y poéticos que aportan esa extensión narrativa que no implica sumar más palabras que las necesarias.