18/4/19
¿Adónde volvería? de Nora Méndez
Y para comenzar a celebrar Sant Jordi 2019 os queriamos compartir un texto de la escritora, poeta y compositora salvadoreña Nora Méndez que se puede leer en su blog Las puertas de Nora Méndez, se llama ¿Adónde volvería?:
Este mes he acompañado a un par de amigos a visitar ciertos lugares de San Salvador, la ciudad en donde he vivido casi toda mi vida. He visto la forma en que regresan de sus países de residencia a esta ciudad, buscando sus recuerdos en ella, imágenes guardadas en la parte más placentera de sus memorias y corazón. Les he visto comer, oler, admirar, recordar y eso me ha puesto esta noche a pensar adónde volvería si yo también volviera.
Los cuatro vientos
Volvería a la casa-museo de Alejandro Coto por una magia que esconde en el patio del casco de la finca. Se trata de la punta de un risco frente al lago Suchitlán en donde se juntan 4 vientos y uno los disfruta como si fuese una piscucha.
El Tobogán
Buscaría un tobogán gigante que había allá por los tanques de Holanda adonde fui un par de noches a deslizarme con mis vecinos.
Una bicicleta
Alqularía una bicicleta para volver a la calle donde jugué de niña y sentir el viento y la noche, pensando en todas las veces que corrí jugando mica o escondelero y reviviendo en mi mente el rostro de las niñas y niños que fueron mis amigos.
El mango verde
Volvería a la salida de un colegio a buscar un mango verde con todo (salsa negra, aguashte, limón y sal).
La puerta encantada
Volvería a la casa ubicada en un bosque de Santa Ana en la que la puerta está hecha en un punto que cuando uno se para a tocar escucha música hecha por la naturaleza.
Los brazos de mi abuela. Ah, no, allí no podría volver.
A la playa El Cuco, a caminar de madrugada y a quemarme los hombros y la espalda todo el día.
Al Centro de San Salvador a buscar los carretones de Cebada y Horchata, Simán Centro, y una lugar que creo que se llamaba Sorbetelandia. Pero tampoco los encontraría.
Al laberinto de los Planes de Renderos.
A comer a un mercado y a la tumba de Monseñor Romero.
A mirar y a escuchar los pájaros como el Dichoso Fuí, el Talapo, la Guachalchía, el Torogoz y los pericos de las cinco y media de la tarde.
Y, no menos importante, buscaría un lugar muy apartado para llorar y reír con mi pasado.
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