Gràcies al blog El Salvador visto por un salvadoreño hem descobert aquest "cuento de cipotes" de Salarrué i és tot un plaer compartir-ho i gaudir d'aquell autèntic accent dels infants de El Salvador que l'autor va saber reproduïr tant deliciosament:
"El cuento de la Indalecia quera bien india, de Justiano quera bien justo y de la Ambrosia que nuera ninguna gente"
PUESIESQUE en una cocina de juego color colorado con azul taban haciendo jarriyadas olorosas de cosas ñame-ñame y Pelizco tenía un su hambre de seis pisos con torrecita y una ventanita diajuste y era hambre también de seis de la tarde y se acercó mirando y le dijo a la molendera que estaba haciendo mecedora juinche-juinche en la piegra de moler, con una mano de piegra que ni mano parece sino que pié:
- “Mira” le dijo “¿si te sobra una me la das?”
- “¡Si me sobra!…” le dijo la molendera quera nalgona y dientuda. “¿Qué no sabes questán contadas las raciones de los mozos?”
- “Sí” le dijo Pelizco “pero como en veces sobra y le dan al loro o se comen la masa las poyas…”
- “¡Poyas!…” le dijo la molendera que se yamaba Indalecia “¡A yo mechan descués el muerto aloishte?”
- “Dame…” le dijo resbaladito Pelizco sobando con el dedo unos totolos secos diun ladito de la piegra.
- “Unque me pongas cara de poyo con soco” le dijo “no te cuedo dar.”
- “¿Por qué?” le dijo.
- “Porque no” le contestó.”
- “¡Eee… pero el otro diya me diste!…” le dijo.
- “Pues si te di debías estar conjorme” le contestó.
- “Es que aquel diya no tenía tantas ganas” le dijo.
- “¡Pues no y no y no, porque no y no cuedo” le contestó, “y ándate diaquí.”
- “A pué sólo poreso ya me voy” le dijo bien resentido del labio deabajo.
Pero no siba y la Indalesia le dijo:
- “Ya jueras yegando y sería lo mejor porque yo no cuedo andar dando luajeno quiademás no es mío y diajuste no me pertenece porque núes mi propiedá.”
- “¡Ta güeno!…” le dijo, “sólo por eso ya me voy…”
Y ya siba, tragando saliva diambre, cuando eneso apareció por el patio Justiniano con unas pupuzas de queso y dijo:
- “¡Hombre, el tuerce diun servidor!… ¡Siempre que compro pupuzas me salen con lorocos que no me gustan! ¡Pupucera irfeliz!… ¿Querés estas cuatro pupuzas, Pelizco? Tan algo calientes entuvía.”
Y Pelizco se avalanzó a agarrarlas quiasta siasustó Justiniano y un chucho quiva pasando disquiolía y le dijo:
- “¡Gracias Justiniano flano!” Y le dio una mirada sin sal a la molendera questaba pasmada y rascándose con disimulo y salió con las pupuzas apercoyadas para un surrincón que se tenía y Dios es bien güeno y siacabuche."
Per cert l'imatge que acompanya el conte és obra de Maya Salarrué, filla de Salarrué i de Zélie Lardé, reconeguda pintora.
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