Roque Dalton, alumno de Miguel Mármol en
las artes de la resurrección, se salvó dos veces de morir fusilado. Una
vez se salvó porque cayó el gobierno y otra vez se salvó porque cayó la
pared, gracias a un oportuno terremoto. También se salvó de los
torturadores, que lo dejaron maltrecho pero vivo, y de los policías que
lo corrieron a balazos.Y se salvó de los hinchas de fútbol que lo
corrieron a pedradas, y se salvó de las furias de una chancha recién
parida y de numerosos maridos sedientos de venganza.
Poeta hondo y jodón, Roque prefería
tomarse el pelo a tomarse en serio, y así se salvó de la grandilocuencia
y de la solemnidad y de otras enfermedades que gravemente aquejan a la
poesía política latinoamericana.
No se salva de sus compañeros. Son sus
propios compañeros quienes condenan a Roque por delito de discrepancia.
De al lado tenía que venir esta bala, la única capaz de encontrarlo.
"Para mí son criminales porque creo que son tan criminales los
revolucionarios que matan para castigar la discrepancia, como los
militares que matan para perpetuar la injusticia"
Texto de Eduado Galeano publicado en el libro Memoria del Fuego III: El siglo del viento y en su própia web...
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