"El país de donde vengo" de Francisco Andrés Escobar ofrece un mural estampas, crónicas y relatos de El Salvador, que a cada quien recordará aquella niñez que alguna vez se vivía entre la inocencia y los fragores de un país cada vez más lejano. En este libro el autor expresa el entrañable amor por el suelo que lo vio nacer.
Así “El país de donde vengo” es el relato de la infancia en el terruño de Paco
Escobar. Estas crónicas que aparecieron, en su mayoría, en diferentes tirajes
de La Prensa Gráfica son el testimonio del entrañable amor del escritor por el
suelo que lo vio nacer. En estos relatos, se remonta a los recuerdos de su niñez
en un pueblito de El Salvador.
El protagonista, es decir, el nieto de la mama Tula, recuerda la triste partida
hacia el otro mundo de su amadísima abuela, quien lo acogió en su seno a la
muerte de su única hija.
Su abuela, mujer viuda, de temple y mujer de un solo hombre, arrebató
al nieto cuando por la tozudez de su yerno, muere su hija en el parto. Ella
había presentido una desgracia en el embarazo por lo que pidió al yerno que
le permitiera llevar a su hija a un lugar de máxima atención para evitar
cualquier desgracia. Sin embargo, él no atendió su ruego y la joven esposa
fue atendida por parteras que no pudieron hacer nada ante el parto difícil. El
resultado: la madre muere y sobrevive el niño. A partir de ese momento, el
nieto es arrebatado por su abuela, para criarlo ella misma.
Así, desde los primeros recuerdos del protagonista la vida transcurrirá en el
pueblo. En las crónicas desfilarán todos los personajes: desde el Alcalde, las
familias distinguidas del pueblo, los amigos de infancia del protagonista, y
de la familia, los demás protegidos e hijos adoptivos de la abuela, hasta los
marginados y prostitutas. Estas croniquillas, como las llama el autor, serán
un fiel testimonio de las celebraciones religiosas dedicadas al Corazón de
Jesús, La Virgen de Guadalupe, el Cristo Negro y la romería a Esquipulas, la
celebración del Miércoles de Ceniza y otras actividades religiosas.
Los desfiles
del 15 de septiembre con toda la pompa y la chismografía del pueblo, nos dan
la puntada humorística; la llegada del circo al pueblo, las veladas escolares
y otros acontecimientos más. En cuanto a lo social, a través de las personas
que tienen ingreso al Casino, se advierte la estratificación: los del casino, las
familias conocidas, el pueblerío, y la indiada. En síntesis, la obra tiene como
punto medular la historia de dos amores incondicionales de abuela y nieto en el
marco de una sociedad de la primera mitad del siglo XX.
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Francisco Andrés Escobar nace el 10 de octubre de 1942 en Cuscatlán y muere
en 2010. Se graduó como Trabajador Social, carrera que fue complementada en un
proyecto de la OEA, en 1967. Así mismo, se desempeñó como profesor y Jefe
del Departamento de Estudios de la Escuela de Trabajo Social de El Salvador.
Luego, laboró como profesor de literatura en el Colegio de El Externado San
José. Por aquel entonces, también cursaba su licenciatura en Ciencias Políticas
en la Universidad Centroamericana “José Simeón Cañas” (1974-1977).
Paco Escobar, cultivó el oficio de actor interpretando obras de autores
salvadoreños, centroamericanos y universales. Al mismo tiempo, fue director
de teatro, incluyendo obras suyas como “Un tal Ignacio (San Salvador, 1993-
1994, dedicada a la vida del célebre y bien recordado rector de la UCA, Ignacio
Ellacuría) y “De la sal y de la rosa” (que trata de la vida de la poeta salvadoreña
Claudia Lars, en 1994).
Gran parte de la producción literaria, periodística, poética y ensayística de
Francisco Escobar, se encuentra diseminada en el Diario Latino, La Prensa
Gráfica, Semana, Taller de Letras de la UCA, Orientación, Siete días, Estudios
Centroamericanos (ECA), formando parte del consejo de redacción de la misma.
Entre sus obras publicadas se encuentran: “Andante cantabile” (cuentos), “Una
historia de pájaros y niebla”, “Petición y ofrenda” (poesía), “Ofertorio” (poesía), “Solamente una vez” y “El país de donde vengo “, compilación de algunas de su
crónicas personales aparecidas en la Prensa gráfica, entre otras.
Entre los reconocimientos recibidos, se puede mencionar que fue galardonado
en 1995, con el Premio Nacional de Cultura; fue designado como miembro de
la Academia Salvadoreña de la Lengua y en el 2004, La Cámara Salvadoreña
del Libro le otorgó un reconocimiento en el marco de las celebraciones del Día
Mundial del Libro y de los Derechos de autor.
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