Avui us volem presentar una entrada del bloc del gran escriptor salvadorenc Manlio Argueta amb el títol "Mario Benedetti y El Salvador" realitzada amb motiu de la mort l'any passat de Mario Benedetti... un fraternal record...
"Con la muerte de Benedetti he querido hacer un recuento de los países visitados y no creo que se me quedó alguno, y han sido 35, la idea era recordar dónde conocí a Benedetti: en España, en Cuba, en Canadá. Me hizo ver también nuestra vocación undívaga como el mar, como decía el maestro Barba Jacob, en otras palabras la cultura andariega del salvadoreño. Y no solamente los intelectuales de élite, también los campesinos. Este tema lo he tratado en tres de mis novelas inéditas y algunos artículos sobre la diáspora.
¿Tantas vueltas para hablar de una persona? Sí, porque antes de escribir lucubro, medito y quiero ver la imagen que guardo: baja estatura, bigote blanco, aunque alguna vez fue negro cuando no era tan conocido, sonrisa tímida, piel blanca o “chele” (huero dicen los mexicas y venezolanos, canche los chapines, machos los ticos, gringos los argentinos).
Hay tantas crónicas sobre él en ocasión de su muerte y se lo merece el poeta de Poemas para Oficinistas, con lo cual popularizó su poesía entre las jovencitas sobre todo, motivó a pensar que algo fallaba en sus poemas. Liviandades explicables en un poeta es muy leído: se vuelve sospechosa su calidad, pues el poeta debe ser leído por pocos; pese a excepciones: Pablo Neruda y su Veinte Poemas de Amor; Roque Dalton y su poesía política.
Pero al grano: conozco unos cincos elementos de Benedetti con El Salvador. Comienzo con larga entrevista que le hizo a Roque Dalton Revista Marcha de Uruguay (marzo 1969). De esta cito frases que a veces se suprime en El Salvador, y por esa razón reproduzco:
Benedetti: ¿De cuál de los nuevos poetas salvadoreños te sientes más cerca? Roque Dalton: Fundamentalmente, de Manlio Argueta. Es un poeta de mi edad, que por cierto se ha convertido últimamente en un novelista muy valioso. La poesía de Argueta está dentro de una línea muy renovadora: es desenfadada, de gran amplitud temática. Hay también un muchacho nuevo, muy joven: Alfonso Quijada. No ha publicado ningún libro, pero conozco poemas sueltos que revelan un auténtico talento. También un poeta católico, David Escobar Galindo, muy joven también pero con grandes posibilidades de desarrollo. Y desde luego, Roberto Armijo, de mi promoción: no sólo como poeta, también como ensayista nos ha ayudado mucho a todos en el planteo de problemas sobre nuestra cultura nacional.
Benedetti: Y aparte de los latinoamericanos, ¿cuáles son tus poetas mayores? Roque Dalton: Tal vez un grupo de poetas franceses, muy disímiles entre sí. De cada uno he tomado algo. Pienso en Henri Michaux, Jacques Prevert, y (a pesar de que nadie me crea) Saint John Perse. Los leí casi simultáneamente y ejercieron una notable influencia sobre mí. También algunos poetas de lengua inglesa, como Eliot o Pound. Sin embargo, creo que mi poesía, sobre todo a partir de El turno del ofendido, se nutrió de otros géneros en mayor grado que de la poesía. Por ejemplo: la novela, el cuento, y hasta el cine. Conscientemente traté de propiciarme climas generadores de una actividad poética. (Nota.- Hago la observación para quienes piensan que Dalton y los comprometidos solo leíamos panfletos)
Benedetti también tiene un poema titulado “Roque”, del que transcribo un fragmento, poema que fue musicalizado por un cantautor uruguayo muy reconocido: Daniel Viglietti,
Le tenías ojeriza a la pureza
porque sabías cómo somos de impuros
cómo mezclamos sueños y vigilia
cómo nos pesan la razón y el riesgo…
ahora recorro tramo a tramo
nuestros muchos acuerdos
y también nuestros pocos desacuerdos
y siento que nos quedan diálogos inconclusos
recíprocas preguntas nunca dichas
malentendidos y bienentendidos
que no podremos barajar de nuevo
pero todo vuelve a adquirir su sentido
si recuerdo tus ojos de muchacho
que eran casi un abrazo casi un dogma
el hecho es que llegaste
temprano al buen humor
al amor cantando
al amor decantado
al ron fraterno
a las revoluciones
pero sobre todo llegaste temprano
demasiado temprano
a una muerte que no era la tuya
y que a esta altura no sabrá que hacer
con
tanta
vida.
Y por último debo decir dos cosas más: Un encuentro que tuve en Toronto, Canadá (1981) con dos uruguayos más, notables ambos: Eduardo Galeano y Daniel Viglietti: me reclamaron por qué los salvadoreños éramos tan hijos de puta –tragué gordo, lo somos pero no tanto para que se lo reclamen a uno con tanta emoción-; la causa del enojo era porque un salvadoreño, (miembro del jurado Casa de las Américas, en Cuba, junto a Mario Benedetti), le reclamó a éste diciéndole entre muchas cosas oportunista, porque había votado a favor de una poeta salvadoreña: Claribel Alegría, para darle el Premio a su libro Sobrevivo. El poeta colega salvadoreño le enrostraba a Benedetti que su voto por Claribel era viciado pues éste se hospedaba en casa de ella, en Deià, Mallorca. Claro, Benedetti se sintió vejado; sorprendido, además, que un salvadoreño protestara airado y en público porque se premiara a su compatriota. Esta conducta ya me fue difícil explicarles a Galeano y Viglietti.
Pero les aclaré que la actitud del poeta salvadoreño no tenía que pagarlo yo ni otros poetas, es como si se reclamase a todos los salvadoreños los asesinatos cometidos por las fuerzas de seguridad en la guerra sucia.
Pese a todo, convencí a Galeano y a Viglietti que tenían en mí a un amigo y admirador de Benedetti, pues su novela Gracias por Fuego me había señalado derroteros cuando siendo poeta decidí hacerme novelista. Más tarde, la amistad con ellos sigue siendo fraterna."
Manlio Argueta, 24 de mayo de 2009
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