"Ya es casi una cita obligada que, durante encuentros especializados en temas de prevención y seguridad, alguien mencione la responsabilidad que les compete a los medios de comunicación en la construcción colectiva de sensaciones de inseguridad urbana y tensión social. Un taller y la presentación de un libro vinculados al fenómeno de las “maras” centroamericanas, y su posible exportación hacia Europa, permitieron desarrollar la siguiente nota. Abrimos el diálogo e invitamos a nuestros lectores a enviarnos sus aportes.
La información generada desde los gabinetes institucionales de prensa y la que producen los medios de comunicación, suelen construir unas dinámicas complejas y contradictorias. Periodistas, técnicos de la administración pública, cargos políticos y representantes de las fuerzas de seguridad han establecido códigos retóricos e interpretativos que suelen excluir al resto de la ciudadanía. En términos generales, algunos afirman sin citar fuentes veraces, otros desmienten alegando descontextualización y muchos sólo producen desinformación para todos los demás.
Ya durante la 2ª Conferencia Estratégica del Fórum Español para la Prevención y la Seguridad, llevada a cabo en el mes de enero en Hospitalet, algunos participantes plantearon la posibilidad de que existiera cierta transferencia comunitaria de una percepción del peligro a través de los flujos de información mediatizados. Como ya mencionamos oportunamente Josep Pascual, coordinador de la Asociación AERYC (América-Europa de Regiones y Ciudades), consideró que la gente aprecia por los sentidos pero interpreta conceptualmente. En sintonía la representante de A Coruña, subrayó la responsabilidad insoslayable de los medios de comunicación en la construcción de representaciones simbólicas y legitimadoras. Jaume Curbet, coordinador de la revista Papers, puntualizó la necesidad de diferenciar la dimensión objetiva y subjetiva a la hora de analizar problemas de inseguridad. Al igual que Pascual coincidió en que la prevención es una anticipación saludable socialmente ante la invasión de sentimientos de incertidumbre que generan miedos en la población. Aprensiones que instalan una “nube” de inseguridad permanente, una neurosis colectiva, que, muchas veces desde afuera de la comunidad y atendiendo a intereses especulativos, se infiltra patológicamente.
Hacia fines del mes de marzo dos actividades relacionadas con el periodismo indagaron algunas aristas del tema en Barcelona. El taller denominado “Maras, pandillas y bandas latinas: como explicar la complejidad”, (http://huacal.blogspot.com/2011/03/maras-pandillas-i-bandes-llatines-com.html) orientado a profesionales de la comunicación, y la presentación del libro “Jonathan no tiene tatuajes, crónicas de jóvenes centroamericanos en la encrucijada.” (http://huacal.blogspot.com/2011/03/i-recordeu-que-la-setmana-vinent-es-el.html) Ambas actividades, organizadas por la ONG Huacal y la Coalición Centroamericana para la Prevención de la Violencia Juvenil, fueron complementarias y contaron con el soporte del Ayuntamiento (Barcelona Solidaria) y la asociación REDS.
El taller fue coordinado por Cristian Alarcón (http://www.fnpi.org/maestros/directores-de-talleres/cristian-alarcon/) y tuvo como objetivo crear y generar un espacio de discusión sobre la forma de abordar la información que arriba desde el otro extremo del Atlántico sobre las denominadas “maras” o “pandillas”. Este evento exploró la posibilidad de evitar paralelismos incoherentes entre la violencia juvenil que tiene lugar en América Central y la que pudiera registrarse en ciertos grupos de jóvenes oriundos de Latinoamérica en Barcelona y otras ciudades de Catalunya. Para incidir sobre esta reflexión durante las dos jornadas de trabajo se ofrecieron a los participantes herramientas para intentar desmontar los estereotipos y prejuicios que se asocian con este fenómeno social.
Comunicación y compromiso
Cabe destacar que Cristian Alarcón, entre otras especializaciones y pertenencias, forma parte de la Fundación Nuevo Periodismo Iberoamericano (http://www.fnpi.org/) que impulsa Gabriel García Márquez y que reconoce como misión fundacional “trabajar por la excelencia del periodismo y su contribución a los procesos de democracia y desarrollo de los países iberoamericanos y del Caribe, a través de talleres y seminarios de formación e intercambio entre periodistas, colaboración en redes y estímulos al desarrollo profesional.” Por lo tanto representa a muchos profesionales de la comunicación social que buscan desarrollar una ética periodística clara, objetiva y autónoma.
Durante su breve estancia en Barcelona lo entrevistamos y, al solicitarle su opinión sobre la influencia mediática en la construcción de percepciones de riesgo, consideró que “no existiría una trama lógica que determinara una intencionalidad conspirativa desde las grandes empresas periodísticas. Lo que si podría darse es una serie de hechos fortuitos, una especie de costumbre que induce a dirigir los discursos mediáticos hacia una dirección prefijada con presupuestos a priori. Porque se vende más o por el morbo, lo cierto es que cuando las sociedades son relativamente estables, la inestabilidad, en términos del lector, resulta más atractiva. Es una regla en la producción de cualquier texto: la tensión y el conflicto aumentan el interés.”
Estas formas de representación mediatizada de sentidos fueron analizadas durante las dos jornadas del taller. Los 48 participantes leyeron una cantidad considerable de noticias de prensa extractadas de medios generalistas. Y detectaron unas conclusiones significativas. Según Alarcón, “casi todas las noticias sobre bandas juveniles publicadas en determinados medios con las mayores tiradas de ejemplares, proveyeron información desde una sola fuente y casi siempre policial. Esa fuente en un 80% de los casos analizados no fue identificada, la mayoría de los artículos fueron de una imprecisión tal que no habrían superado un curso inicial de periodismo, el lenguaje utilizado escapaba a toda objetividad, todo era expuesto en tono alarmista y, en algunos casos, casi tragicómico. La ficcionalización del contexto fue también una constante. Todo esto sugiere que las informaciones fueron construidas a partir de entrar en Internet, “googlear” el concepto pandillas juveniles y bajar lo que se encontrara sobre el tema”. Concluye Alarcón que la cuestión lleva a preguntarse “como se articula el algoritmo que determina que, cuando se realiza una consulta en los buscadores de Internet, surjan primero las informaciones más reaccionarias y sombrías. Actualmente esto aún es un misterio pero ¿cuales serán los escenarios futuros en los que estos discursos operarán funcionalmente?”
Consultado también sobre este tema Josep Ma. Lahosa, secretario ejecutivo de FEPSU, se planteó el siguiente interrogante: “¿Quién es el garante de la verdad? No es acertado imputar sólo a la prensa por las construcciones mediáticas en circulación. En España, y en Catalunya también, tenemos un caso paradigmático. Durante los años ochenta los toxicómanos eran considerados culpables de una gran magnitud de circunstancias críticas. Hasta que la política no comenzó a cambiar el discurso del toxicómano como responsable de todos los males, sino como alguien que necesitaba atención social y sanitaria, fracturando un relato lineal que mezclaba el tráfico con el consumo, no se produjo el cambio en la percepción ciudadana del fenómeno. Aunque la influencia de los medios de comunicación es muy fuerte y cala hondo, los constructores de discursos son también los políticos, los académicos, las entidades, los actores sociales en general y, a todos, nos cabe compartir compromisos.”
Para ampliar referencias sobre este tema sugerimos leer:
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