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| Montano: “Yo no tenía ninguna animadversión a los jesuitas”, declara el único juzgado en España por la matanza de 1989 | 
El excoronel Inocente Orlando Montano, exviceministro de 
Seguridad Pública salvadoreño, se ha sentado este miércoles por primera 
vez en un banquillo de los acusados para dar explicaciones por la matanza de los jesuitas de la Universidad Centroamericana (UCA) de 1989.
 Con absoluta tranquilidad, el ahora septuagenario ha negado en la 
Audiencia Nacional los delitos que se le imputan. Según ha asegurado y a
 diferencia de lo que mantiene la Fiscalía, nunca participó en el diseñó
 y ejecución del plan para acabar con las víctimas —entre las que había 
cinco españoles—. En todo caso, ha insinuado que esas decisiones las 
habrían tomado otros miembros del Ejército. Aunque él, según ha añadido,
 cree que los asesinatos corrieron a cargo de la guerrilla opositara al 
régimen. Una tesis rechazada por el ministerio público, las 
investigaciones judiciales y las propias conclusiones de la Comisión de 
la Verdad constituida en el país americano al acabar la guerra civil que
 lo asoló.
Más
 de 30 años llevaban las familias y amigos de las víctimas aguardando 
este momento. Y por fin, pasadas las 10.00 de este miércoles, uno de los
 supuestos autores intelectuales del crimen se ha visto obligado a 
responder ante un tribunal. No ha querido contestar a las cuestiones de 
la Fiscalía, ni de las acusaciones populares y particulares. Solo, a las
 de su abogado. Una oportunidad que ha aprovechado para eludir cualquier
 tipo de responsabilidad. “Yo no tenía nada en contra de los jesuitas”, 
ha dicho. “Había otros miembros del Gobierno...”, ha añadido.
Pero
 Montano era un conocido miembro de La Tandona, una promoción de 
oficiales ultraderechistas que ocupó puestos clave en el Ejército. Y él 
mismo, durante esta sesión del juicio, ha cargado contra los jesuitas de
 la UCA y, especialmente, contra el entonces rector, Ignacio Ellacuría, 
acribillado a tiros en la matanza. Los ha considerado los impulsores de 
un golpe de Estado de 1979 contra el Gobierno militar ultraconservador 
—"Hay evidencias de que ese golpe se dirigió desde la universidad. 
Ellacuría convenció a la gente de que era necesario hacer un cambio y 
botaron del Gobierno al general [Carlos Humberto] Romero"—; y los ha 
acusado de reunirse y respaldar a los “terroristas” de la guerrilla 
revolucionaria del Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional 
(FMLN).
Su relato contrasta drásticamente con el de la 
Fiscalía y la Comisión de la Verdad, a lo que se añaden documentos 
desclasificados de Estados Unidos —del Departamento de Estado, la CIA y 
el Departamento de Defensa— que lo señalan. Según toda esa 
documentación, el entonces rector de la UCA se había convertido en una 
figura incómoda para el régimen al apostar por el diálogo con el FNML 
para alcanzar la paz. Así que Montano, junto a otros miembros de la 
cúpula militar dio la orden de acabar con su vida “sin dejar testigos”. Y
 así supuestamente se cumplió.
En la madrugada del 16 de 
noviembre de 1989, un grupo de soldados del batallón Atlacatl irrumpió 
en la universidad y mató a tiros a seis sacerdotes jesuitas —los 
españoles Ellacuría, Ignacio Martín-Baró, Segundo Montes, Amando López, 
Juan Ramón Moreno; y el salvadoreño Joaquín López— y a la mujer e hija 
del guardián de la universidad, Elba y Celina Ramos. “Yo siempre pensé 
que fue el FNML el que cometió el asesinato", ha dicho Montano este 
miércoles, que ha negado que participara en ninguna reunión donde se 
decidiese el crimen. Pese a que el coronel Guillermo Alfredo Benavides, 
al frente del Atlacatl, lo señaló en un diario como uno de los mandos 
que dio la orden. “No sé de dónde sale ese comentario”, se ha defendido 
Montano en la Audiencia Nacional este miércoles.
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| Montano enfrenta solo el juicio en Madrid por el asesinato de los jesuitas | 
“Ha mentido”
El
 único acusado en este juicio ha mantenido, incluso, que él trato de 
ayudar a esclarecer los hechos tras la matanza: "Yo colaboré, en el 
sentido de que le dije al señor presidente [Alfredo Cristiani] que la 
investigación se condujera con la ayuda internacional”. Pero, como 
recuerdan los compañeros de las víctimas, tras la guerra civil solo se 
juzgó en El Salvador a los autores materiales del crimen. Nunca a los 
intelectuales. “Cuando quisimos ir a por ellos tuvimos muchos 
problemas”, detalla el jesuita José María Tojeira, posterior rector de 
la UCA, que cuenta cómo la ley de amnistía impedía cualquier proceso 
contra ellos. Entonces, decidieron impulsar la causa en España y 
presentaron una querella en 2008. “Tuvo una fuerte repercusión en El 
Salvador. Y en 2016 se declaró inconstitucional la ley de amnistía”, 
apostilla Tojeira. Eso permitió reabrir el caso contra otros cinco 
supuestos autores intelectuales, pero “actualmente se encuentra 
prácticamente parado”.
“Orlando ha perdido una 
oportunidad de oro para decir la verdad. Ha mentido en todos los campos 
sobre los que se le ha preguntado. Él era el jefe del operativo y él era
 el encargado de verificar y confirmar que se habían cumplido las 
órdenes de asesinar dadas por el Estado Mayor del Ejército”, destaca 
Juan José Tamayo, miembro de la junta directiva de la Asociación Pro 
Derechos Humanos de España, personada como acusación popular, y director
 de la cátedra de Teología y Ciencias de las Religiones Ignacio 
Ellacuría, de la Universidad Carlos III de Madrid. “31 años después 
tenía la oportunidad de reconocer su implicación, pedir perdón y dar los
 nombres de los otros autores intelectuales”, ha reprochado Tamayo, que 
añade: “Es una infamia acusar a los jesuitas de defender la violencia de
 la guerrilla. Los mataron porque estaban construyendo puentes de 
diálogo por la paz y Montano contribuyó a dinamitarlos”.
El
 juicio se adentra ahora en un parón y proseguirá en julio con la 
declaración de los testigos. Entre ellos, está previsto que preste 
testimonio Rene Yushsy Mendoza, antiguo teniente del batallón Atlacatl y
 que ha estado acusado en esta investigación hasta el pasado lunes, 
cuando el tribunal consideró que habían prescrito los delitos que se le atribuían. La Fiscalía pide 150 años de cárcel para Montano.



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