26/9/15

Poesia salvadoreña (y 10): Claribel Alegria

 
Epílogo

...existen los barrotes 
nos rodean 
también existe el catre 
y sus ángulos duros 
y el poema río 
que nos sostiene a todos 
y es tan sustantivo 
como el catre 
el poema que todos escribimos 
con lágrimas 
y uñas 
y carbón.

20/9/15

Poesia salvadoreña (9): Pedro Geoffroy Rivas




Soledad 

Frecuentemente el viento sopla fuerte 
En el minúsculo jardín junto al que duermo 
Y su largo aullido me mantiene entre sueño y vigilia 
Entonces pienso grito o recuerdo es lo mismo 
O proyecto futuros que nunca llegaré a vivir 
O hago recuento de cuanto pudo ser 
Paso las noches asediado por muertes que todavía no se atreven 
Golpeado por poemas que todavía no me decido a escribir 
Asaltado por imaginaciones que me caminan 
Como extraños insectos desde los pies hasta el alma 
O me navega la sangre buscando un olvido 
Que jamás ha logrado detener mis diástoles 
Queriendo recuperar vasijas que alguna vez rompí 
Sin encontrar el prometido tesoro que debieron contener 
Recogiendo las hojas del árbol que siempre quise sembrar 
O acariciando al pequeño animal que humildemente espera 
En cualquier rincón de los epitelios en que habito 
Su aleatoria oportunidad de ser el iniciador de una nueva estirpe 
De un alfabeto de fábula con el que sea posible 
Nombrar poéticamente las cosas más repulsivas 
Declinar adjetivos apropiados para cada uno de los colores 
Que matizan el terrible submundo en que me muevo 
Cuando cierro los ojos 
O celebrar holocaustos definitivos 
Sobre la antigua piedra en que se inscriben todos los 
Sacrificios 
Permanezco anegado de preguntas que nadie sabría 
Contestarme 
Exhausto por el interminable forcejeo 
Entre mis debilidades y mi fuerza 
Paralizado por el irrefrenable impulso 
De realizarme en pájaros o rosas 
Desesperadamente urgido de invisibles presencias 
Anhelante de un pensamiento que me permita sobrevivir 
En la espantosa realidad que me rodea 
Atado por una absurda confabulación de negaciones 
Que me impide soltar mi bandada de instintos
 O me reduce a la desesperante pequeñez del poema 
Todo se diluye en una densa oscuridad 
Donde el silencio es el único sonido 
Y una lluvia de pálidos pétalos 
Va levantando muros alrededor de mi dolorosa respiración 
Construyendo la tumba en que no quiero descansar 
Condenándome a una eternidad que definidamente 
Rechazo 
O abandonándome en medio de un encrespado mar de piedra 
En el que todo naufragio es imposible 
Despierto hundido en mi propia materia 
Horriblemente oliendo a carne moribunda 
Me levanto 
Me visto mi raído traje de soledad 
Y salgo a caminar entre fantasmas de los nietos del jaguar

14/9/15

Poesia salvadoreña (8): Krisma Mancía




De las cosas pequeñas 

De las cosas pequeñas estás poseída 
de los universos mínimos 
donde cabe la pata de una cucaracha 
de esas cosas chiquitas 
como la cajita de Pandora 
que ahora guarda margaritas deshojadas. 

Estás hecha a la medida de los insectos 
hecha para la palabra infantil expresada en diminutivo: 
sos sillita 
sonrisa 
amapola seca 
sos el llanto quedito que huele a presentimiento. 

Te escondes en el tamaño engañoso de las estrellas 
bajo una concha de mar 
o bajo el derecho ciudadano de las hormigas 
o bajo el cerebro febril de la seda. 

8/9/15

Poesia salvadoreña (7): Matilde Elena López



Mirándome en tu cuadro 

Quiero captar la poesía de tus ojos 
-me dijiste mientras en el cuadro
les dabas vida irradiadora 
y toda yo surgía como diosa. 

Si pintar el objeto es poseerlo 
Objeto de tu amor fueron mis ojos 
Por un acto de magia que conoces. 

Tan pura luz le diste a mis pupilas 
Que hasta parece ahora que te besan, 
¿pues si ya los robaste? ¿Qué me queda 
sino seguir el robo que robaste? 

Mi imagen en tu cuadro es una ermita 
Que guarda una sonrisa misteriosa 
Y la boca dibujas de tan leve 
Que hasta parece que aletea el beso. 

Me pintaste quizá un poco triste 
Porque acaso sabías, sin saberlo, 
Que sólo tú podrías darme vida.

3/9/15

Poesia salvadoreña (6): Claudia Lars




Sirena 

Va sobre espuma alzada, casi en vuelo, 
sin rozar el navío ni la roca 
y la distancia abierta la provoca 
un doloroso afán de agua y de cielo. 

El canto suelto, desflecado el pelo, 
de la tierra inocente, grave y loca; 
encendidos los sueños y en la boca
la extraña sangre de una flor de hielo. 

No es el tritón quien le transforma el pecho, 
ni el querubín se inflama entre sus labios 
para beber después llanto deshecho. 

Un hombre, nada más... Con brazos sabios
la tiende sobre el peso de la tierra 
y allí se arrastra dulcemente en guerra. 

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