16/5/18
Contra el sueño de los injustos: Tribunal Internacional para la Aplicación de la Justicia Restaurativa en El Salvador
El recorrido del Tribunal Internacional para la Aplicación de la Justicia Restaurativa en El Salvador ha sido largo, y en su más reciente sesión, celebrada los días 11 y 12 de abril en la capilla de la UCA, resumió su camino en números y a través de las voces que han demostrado a lo largo de 10 años la valentía de aquellos que claman por justicia y verdad.
En este sentido, la audiencia de seguimiento del Tribunal fue un espacio para compartir los testimonios y casos abordados en años anteriores, conocer su avance y recapitular la importancia de la reconciliación nacional desde la aplicación de la justicia restaurativa.
“La verdad, la justicia y la sanación llegarán a través de la lucha y resistencia de las víctimas, quienes con su capacidad de compasión son un ejemplo de vida, amor y perdón”, expresó José María Tomás, magistrado de España y presidente de la Fundación por la Justicia de Valencia, quien fungió como presidente del Tribunal.
En sus diez años de operación, ante el Tribunal se han presentado 101 casos que atañen a cuatro modalidades de violaciones a derechos humanos y crímenes contra la humanidad: 29 masacres perpetradas en ocho departamentos del país, 11 desapariciones forzadas, 40 ejecuciones sumarias y 21 casos de torturas.
En el marco de este encuentro el compañero de Huacal, Francisco Mena Sandoval, Ex Capitán de la Fuerza Armada y ex Comandante de la guerrilla del FMLN, brindó un testimonio muy especial acompañado por José Ramón Juaníz, juez del tribunal internacional.
“Solo con la identificación y el nombramiento de cada víctima podemos empezar a reconstruir la memoria y el tejido social destruidos por el conflicto armado”, dictaminaron los jueces en su pronunciamiento final. En total, el Tribunal ha identificado a 983 víctimas y ha reportado ante las autoridades nacionales a otras 4,326 víctimas de crímenes de lesa humanidad.
“No podemos permitir que todos estos casos, nuestras legítimas reivindicaciones, se escondan bajo la mesa y duerman el sueño de los injustos”, afirmó el presidente del Tribunal.
Un espacio para la memoria Las jornadas del Tribunal Internacional para la Aplicación de la Justicia Restaurativa están plasmadas de escenas de familiaridad y reconocimiento. Los asistentes, desde los jueces hasta los menores de edad que asisten con sus parientes, parecen conocerse. Y es que, como lo explica José María Tomás, el Tribunal “nació para escuchar y abrazar el dolor de las víctimas”. Por eso, en las audiencias de seguimiento se afirmó, nuevamente, la necesidad de este instrumento para contribuir a la reparación entendida como garantía de no repetición.
Peter Natanaren tiene 31 años, reside en Santa Marta (Victoria, Cabañas) y ha participado en todas las sesiones del Tribunal. Su interés en dar seguimiento al proceso nace de la historia que le tocó vivir junto a su familia durante el conflicto armado. Según cuenta, nació en un campo de refugiados en Honduras luego de que su comunidad fuera reprimida por las autoridades.
“Mi generación creció escuchando las historias del horror que vivieron nuestros padres. Hubo tanto dolor y es necesario explicarlo por el bien psicosocial de este país”, afirma. Para el joven, el Tribunal se ha convertido en un espacio importante para quienes creen que la verdadera justicia es posible.
“Es un trabajo que debe continuar, principalmente con las nuevas generaciones. Nuestra sociedad sigue siendo caótica, pero estos espacios nos permiten entender que debemos reconocer nuestra historia para no repetirla”. Para otros, las sesiones han sido espacios para exponer su verdad y restablecer, poco a poco, su vida. “Muchos estábamos en un limbo, sobreviviendo en una sociedad excluyente, llenos de temor, inseguridad e incertidumbre”, dice José Rafael Martínez, miembro del Comité de Expresos y Presas Políticos de El Salvador, y sobreviviente de tortura, quien presentó su caso en la octava edición del Tribunal, en 2016.
“Primero tuve que reconocerme como víctima y aceptarme para empezar a sanar. Este espacio y escuchar a otras personas me ayudó”. Aronette Díaz, jueza del Tribunal, explicó que la reparación no debe entenderse como algo material o monetario que las víctimas exigen a la sociedad, lo que se busca es “justicia y restablecimiento de la dignidad de las personas”.
Artículo de Loyda Salazar publicado en Noticias UCA
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