
Serás como el viento, que canta mientras sopla,
y no inquiere "de dónde viene ni para dónde va”.
Te contentarás, como el agua que corre, con ser
una fuerza sumisa y desprendida.
Como la brisa, que se impregna de la fragancia
encontrada al pasar, así disfrutarás de las venturas que
te ofrezca la vida: sin apegarte a ellas; sin rehacer tu
camino para gustarlas otra vez; sin tristeza por haberlas
perdido. Aquellas dichas que a nadie cuesten lágrimas,
esos son los fulgores con que has de iluminar las horas
grises de tu vida.
Y que te aliente la esperanza de que hay Ojos que
ven y' Oídos que oyen, aunque estén más allá de las
estrellas; y de que, así como para el agua y para el
viento, un día habrá reposo para tu corazón.
En 1935, a tres años de la muerte del maestro, escritor y pensador salvadoreño, don Alberto Masferrer (1868-1932) un grupo de amigos y admiradores de su prolífica obra, dispusieron reunir diversos artículos y poemas iniciales del gran ensayista, en un corpus que se intituló “El rosal deshojado”. Es éste, entonces, un libro póstumo, que se ha venido reimprimiendo a través del tiempo, pero cuya última publicación es ya lejana.
Su publicación se debe "al auspicio desinteresado de un grupo de sus admiradores, que consideran como un deber sagrado, la difusión de las ideas de Masferrer", de acuerdo con lo que expresa la nota correspondiente. No sólo por el título y los temas en donde lo sentimental domina, sino por la lucha entre la pasión y la razón, vuelo de la fantasía y acentuado lirismo, esta obra pertenece al período más romántico de su creador. La mayoría de estas páginas son trozos de la vida diaria o recuerdos que nacen al conjuro de algún estímulo. Casi todas contienen meditaciones sobre la niñez, la vida, lo temporal, mundano y pasajero. Muchas son notas autobiográficas con pensamientos relativos a constantes afanes de Alberto Masferrer. Pero todas son trozos literarios que, en su mayoría, acusan la tendencia del autor a escribir sucintamente sobre cuestiones trascendentales que de pronto le asaltan a contemplar una escena o un paisaje, escuchar el canto de un pájaro, ver una flor o visitar un sitio cualquiera, relacionando así sus concepciones panteístas y su sentido de arraigada religiosidad.

Podría decirse que en estos artículos se encuentra el germen de las ideas que Masferrer se empeñó en difundir a través de estudios y ensayos más amplios, a medida que fue madurándolas y desenvolviéndolas debido a la experiencia, conocimientos adquiridos y ampliados, como por el fervor de evangelizar mostrando a los hombres el camino de su regeneración y mejoramiento valiéndose de la meditación reflexiva y el confrontamiento de la realidad que lo circunda, como de la necesidad de convivencia, fraternización y entendimiento con los demás hombres.
Este libro vuelve a mostramos al Masferrer bondadoso, convincente, empeñado en que los humanos descubran su propio destino y encuentren la ruta de la salvación.
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