En las faldas del volcán Izalco, se encuentra la ciudad del mismo nombre, cuya riquísima historia y costumbres nos transportan a siglos anteriores.
Históricamente, Izalco representaba el núcleo indígena más grande de la región donde se cultivaba el cacao y el bálsamo para su exportación internacional. Durante los años 1880 a 1930 esta zona llegó a producir más del 50% de la producción total del café a nivel nacional. Ahora la parte alta todavía es propicia para el cultivo del café y en la parte baja se cultiva caña de azúcar, cereales, frutas y cacao.
La historia de la fundación de Izalco es realmente una historia de dos pueblos fundiéndose en uno. Fue durante la época de la colonia que se unieron los pueblos de Asunción (Izalco Abajo) y Dolores (Izalco Arriba) en una sola villa. Por este motivo, cuenta con dos iglesias coloniales y dos parques. En la iglesia Dolores Izalco, construida en 1716, se encuentran imágenes coloniales, obras pictóricas, expositorios y tabernáculos de plata repujada. La iglesia de Asunción fue construida en 1576 de estilo barroco pero actualmente se ven únicamente las ruinas por el terremoto de Santa Marta en 1773.
Para muchos todavía es conocido como Tecpan Izalco, una lengua de origen
nawat (náhuat), que en castellano significa: lugar de casas de
obsidiana. Para otros, sólo Izalco, o el lugar de los brujos. Lo cierto
es que este pueblo de origen Náhuat-Pipil, aún conserva en sus venas una
herencia más rica que la de su nombre. Izalco también es conocido por ser un pueblo místico, por haber guardado sus tradiciones indígenas de sanar, lo que los conquistadores españoles con temor y desconocimiento le llamaban brujería.
Una gran parte de esa herencia cultural se perdió a causa de la
masacre de 1932, como nos relata Juliana Ama, directora de la Fundación
Ama y descendiente de Feliciano Ama, la cual culminó en la persecución y
extinción de los rasgos típicos de los habitantes de la zona.
Según Juliana, para poder sobrevivir, muchos de los habitantes
tuvieron que renunciar a su lengua materna (el náhuat), a vestimentas
típicas (el cotón y el refajo), costumbres religiosas, tradiciones
culturales, tierras, nombres y apellidos, y adaptarse a un nuevo mundo.
Esta es una de las principales razones por las que los izalqueños son
reservados con sus tradiciones y no las revelan con facilidad a
foráneos: el miedo de los eventos de 1932 todavía es un fantasma que
camina por las calles del pueblo, aclara la descendiente de Feliciano
Ama, líder indígena asesinado durante la masacre.
Los curanderos o chamanes de la comunidad indígena se definen bajo la profesión de médicos naturópatas con el conocimiento de espiritismo. Le ayudan a la gente en el campo de la medicina general y en la naturopatía porque se dice que es más cómoda porque las plantas las tienen a la mano. Son los mensajeros de la Madre Tierra... Izalco os espera para saber mucho más...
Más información a:
Entrevista a Rafael Lara-Martínez autor de "Mitos en la lengua materna de los pipiles de Izalco en El Salvador".
Artículo a El Salvador.com: "Brujos izalqueños defienden su sabiduria"
Ruta Náhuat-Pipil en Turismo de El Salvador.