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22/5/23

I el dijous 25 de maig arriba EL SENTIDO DE LAS CUERDAS de Marcela Zamora


Des del projecte Transgang, la Xarxa de Literatura Salvadorenca de Barcelona, ​​l'Escola Amparo Casamalhuapa de Barcelona i Huacal volem convidar-vos el dijous 25 de maig a les 17h. al passi del documental "EL SENTIDO DE LAS CUERDAS" de la salvadorenya MARCELA ZAMORA, una narració de la vida de tres dones joves salvadorenques que a través de la música van trobar un camí per sobreviure a la violència.

 L'acte es celebrarà a la Sala "En Construcció" del Campus del Poblenou de la Universitat Pompeu Fabra (UPF) al c. Roc Boronat, 138 de Barcelona (Metro L1 Glòries). 

US HI ESPEREM! 

Aquest és el seu trailer

21/5/23

Y el jueves 25 de mayo pase del documental "EL SENTIDO DE LAS CUERDAS" de Marcela Zamora


Desde el proyecto Transgang, la Red de Literatura Salvadoreña de Barcelona, la Escuela Amparo Casmalhuapa de Barcelona y Huacal queremos invitarles el jueves 25 de mayo a las 17h. al pase del documental "EL SENTIDO DE LAS CUERDAS" de la salvadoreña MARCELA ZAMORA, una narración de la vida de tres mujeres jóvenes salvadoreñas que a través de la música encontraron un camino para sobrevivir a la violencia.

 El acto se celebrará en la Sala "En Construcció" del Campus de Poblenou de la Universitat Pompeu Fabra (UPF)
en la c. Roc Boronat, 138 de Barcelona (Metro L1 Glòries). 

¡LES ESPERAMOS! 

Este es su trailer

17/5/23

Documental "El sentido de las cuerdas" de la salvadorenca Marcela Zamora

 

El proper dijous 25 de maig a les 17h tenim el plaer de convidar-vos al passi del documental "EL SENTIDO DE LAS CUERDAS" de la directora salvadorenca Marcela Zamora, una història que narra la vida de tres dones joves salvadorenques que a través de la música van trobar un camí per a sobreviure a la violència d'aquest país. 

L'acte tindrà lloc a la Sala "En Construcció" del Campus Poblenou de la Universitat Pompeu Fabra UPF  al carrer de Roc Boronat, 138 de Barcelona. 

Posteriorment, es podrà visitar l'exposició "De Gangland a Transgang" que ens mostra la investigació realitzada durant 5 anys a agrupacions juvenils de carrer -les anomenades “bandes”- en 12 ciutats del sud d’Europa, el nord de l’Àfrica i l’Amèrica Llatina. 

 Inscripcions a info@huacalong.cat

US HI ESPEREM !!

5/10/18

La música que sale de una cárcel de niñas


El pasado 28 de septiembre Marcela Zamora, reconocida documentalista salvadoreña e internacional asistió a un concierto muy especial que tuvo lugar en el esplendido Teatro Nacional de San Salvador. Público expectante, miradas de complicidad, emociones a flor de piel...  Desde Huacal, a la distancia, acompañando con alegria e ilusión a un grupo de niñas,  un grupo de música clásica... nos emocionamos al escuchar las voces y las notas de un himmo que recorre todo el continente, vamos caminando...

Y así nos lo explica Marcela en un artículo en el diario El Faro:

Ayer, un día antes del día del niño, regresé a casa un poco tarde, después de un día entero en el Teatro Nacional, filmando a un grupo de niñas del centro penitenciario del ISNA que daban un concierto sinfónico. Niñas, penitenciario, sinfónico. Mientras cambiaba a Maria para dormir, me hizo una de esas preguntas que suelen desatar en mí un chorro de reflexiones contenidas, a menudo dolorosas:

—Mama, ¿a quién filmaste hoy?

Me quedé pensando un poco la respuesta.

—A un grupo de niñas que están en la cárcel y formaron un grupo sinfónico, o sea, de música clásica, con la ayuda de gente que cree en darles una nueva oportunidad.

—¿En la cárcel? ¿Como las niñas a las que tiene el presidente Trump enjauladas?

—Más o menos, hija —alcancé a decir. Y se abrió larga conversación con mi hija de 5 años sobre las detenciones de niños migrantes en el Sur de Estados Unidos, las de menores delincuentes en El Salvador, y sus diferencias que al final a mí me parecieron pocas.

Las veinte niñas de la orquesta de cuerdas del ISNA cumplen pena en la cárcel, pero dan una vez al año un concierto en el Teatro Nacional para sus familiares y para personalidades que quieran conocer el trabajo que hacen, dirigido por la organización cultural TNT (Tiempos Nuevos Teatro). El director de TNT, Julio Monge, insiste en que no es un proyecto de reinserción sino de inserción, porque estas niñas nunca estuvieron inmersas en la sociedad. Cuando arrancó, este proyecto reunió a niñas del Barrio 18 y de la Mara Salvatrucha para recibir clases de música dentro del penal. Como me contó Julio, al inicio ni se hablaban, y se insultaban cuando podían, pero años después, sin ser amigas, las niñas de una y otra pandilla se tratan con respeto y platican entre ellas como si las letras y números que han marcado su corta vida no fueran ya un abismo entre ellas.

Yo las conocí hace dos años y me enamoré de inmediato del proyecto. Se me amontonan las anécdotas acumuladas que les podría contar para hacerles reflexionar sobre las segundas oportunidades (o primeras), pero elegiré tres:

Estaba entrevistando a la niña 1. Era muy tímida, pero sabia de sí misma que era de las lideres dentro del penal. Su historia era la misma de todas. “¿Por qué entraste a la pandilla”, le pregunte. Ella me contó cómo su padrastro pegaba a su madre cada vez que llegaba borracho a casa. La golpeó varias veces a ella. Me contó que un día ese hombre casi mató a golpes a su madre, que llevaba a su hermanito en el vientre. Ese día no soportó mas y se fue de casa, a las calles, donde encontró a su familia de las letras.

Luego de una larga conversación me fijé en su mano. En la piel que une los dedos gordo e índice tenía tatuada una carita triste.

Le pregunte que significaba ese dibujo en particular. Tenía otros. Ella me contestó que ese rostro tatuado era ella, “dura por fuera para sobrevivir a la calle y luego a la cárcel, pero por dentro una carita triste que llora por las noches”. Con ese tatuaje quería recordarse a esa niña que a veces olvidaba que era. No olvidar la fragilidad.

La niña 2 es una chica muy delgada, muy muy tímida. Me costó la entrevista con ella. Hablaba muy bajito y pronunciaba pocas palabras. Su mirada estaba siempre dirigida a la ventana que daba al exterior del Teatro, a la ciudad por la que pasaban transeúntes libres.

Después de un rato le pregunte qué era la vida para ella. Por un momento pensé que me iba a decir que era lo que había afuera de esa ventana, pero giró la cabeza y me miró a mí. Su respuesta fue muy corta: “La vida para mí”, me dijo, “es este este grupo de música, es ese violín que ve ahí, es el momento en el que lo puedo tocar y sacarle música. Con ese violín aprendí que soy buena para algo y que alguien por fin me puede escuchar”.

Luego le pregunte qué era la muerte. “La muerte sería ya no poder estar en este grupo y tocar mi instrumento”.

Muy alta, muy rubia, de ojos azules, la niña 3 tiene una belleza despampanante. Me llamó la atención su actitud. Altanera, con la frente muy en alto. Llegó a la silla caminando como lo haría una modelo de pasarela. “Eres muy hermosa”, le dije. “Sí, es por mi papá, que era alemán”, respondió. “Por él estoy aquí”.

Pensé en ese momento que su padre había abusado de ella, que su relato seguiría los pasos de la niña numero 1. “¿Por qué tu papá?, ¿qué pasó?” Ella se quedó pensando un rato. Desapareció la adolescente altanera. Pareció volver a tener nueve años de edad. Bajó el rostro.

“Mi papá vino de Alemania, conoció a mi madre y al poco tiempo me tuvieron a mí. Mi madre no trabajaba. Solo él. Él me amaba. No se imagina cómo me cuidaba. Hasta me hacía peinados lindos. Y yo lo amaba a él. Pero un día se fue de casa. Yo tenía nueve años. Mi madre sintió que se quedaba sola en el mundo y que ya nada valía la pena. Yo la dejé y me fui a la calle”. Allí conoció a los números. Allí comenzó a delinquir.

“¿Extrañas a tu padre?, le pregunté. Se le cortó la voz al decir “mucho”.

—Estoy segura que cuando salga de aquí él va ha estar ahí afuera, esperándome para cuidarme otra vez.

Recogí en dos años decenas de historias de abandono, de violencia intrafamiliar, de niñas perdidas y confundidas, de falta de amor, de una sociedad que abandona a sus niñas y las condena no a vivir sino a sobrevivir en la calle junto a otro grupo de niños que guardan rencor, mucho rencor, y que convierten la frustración en violencia.

Ayer volví a ver su orquesta y se me llenó el alma de esperanza. Es difícil mantener la esperanza en este país, pero ayer la encontré en un grupo de niñas encarceladas a las que Julio Monje y su equipo no abandonaron. Creyeron en ellas, les dieron la oportunidad de encontrarse con personas que las respetan. Eso es lo que falta en este país: adultos que en vez de ver solo lo malo que hacen nuestros niños y jóvenes les reafirmen y rescaten lo bueno que tienen en el corazón.

Julio Monge cuenta que, al inicio, las niñas no le hablaban mucho. Le tenían desconfianza. Pero ahora que ha pasado el tiempo muchas lo abrazan y le llaman papá.

Gracias, Julio, por creer y luchas por estas niñas. Y por mostrarnos, poco a poco, que el camino de una sociedad libre de violencia está a veces en dar una primera oportunidad.

No puedo publicar fotos de ellas pero les dejo en video una de las melodías que ayer tocaron junto los músicos de la Joven Camerata de El Salvador (JOCA) y el grupo musical de mujeres “Las musas desconectadas”.

Si escuchan con atención escucharán, entre notas, el camino de salida que busca Latinoamérica.



 *Marcela Zamora es documentalista. Entre sus largometrajes más recientes están “Los ofendidos”, sobre las víctimas de tortura durante la guerra civil de El Salvador, y “El cuarto de los huesos”, sobre el trabajo de Medicina Legal para identificar los cuerpos de desaparecidos. Con su productora Kino Glaz ejecuta actualmente diversos proyectos de prevención de Violencia en El Salvador.

14/5/17

'Memòria: Una aliada per la pau’ ens acosta al cinema de El Salvador

'Memòria: Una aliada per la pau’ és la primera edició de la mostra de cinema documental que entre els dies 16 i 18 de maig portarà als cinemes Texas de Barcelona experiències de recuperació de la memòria històrica a Catalunya, Colòmbia, Guatemala i El Salvador. Organitzada pel Govern de Catalunya i els cinemes Texas (Bailen, 205 on es faran totes les sessions), compta amb la col·laboració d’institucions molt rellevants en l’àmbit de la memòria històrica a l’Amèrica Llatina: el Centro Nacional de Memoria Histórica de Colòmbia, l’Archivo Histórico de la Policía Nacional de Guatemala i el Museo de la Palabra y la Imagen d’El Salvador.

Des de Huacal us volem convidar especialment a la sessió del dimarts 16 de maig que començara amb la inauguració de la Mostra a les 20h i continuarà amb:

20.15h: 
- Tengan puestos los ojos sobre Guatemala, Gabriela Martinez Escobar (54 minuts) (2013) 
- Prudencia Ayala, Museo de la Palabra y la Imagen d'El Salvador (MUPI) (9 minuts)

En concret, "Prudencia Ayala" és un curtmetratge animat produït pel Museu de la Imatge i la Paraula (MUPI) de El Salvador que difon la vida i obra de Prudencia Ayala. Nascuda el 28 d’abril de 1885 a Sonzacate, des de molt jove mostra inclinació per les seves passions entre les què es troba la lluita pels drets de les dones i l’escriptura testimonial. En els comicis de 1930 es presenta com a candidata a la presidència de la República, reivindicant els drets de les dones, el suport als sindicats, la transparència en l’administració pública, el respecte a la llibertat de cultes i el reconeixement dels anomenats fills il·legítims. Tot i que Prudencia Ayala era conscient que la seva candidatura era legalment impossible en aquells temps, el seu gest va representar un precedent històric que va obrir el camí cap a la conquesta dels drets de les dones.


21.05h:
- Col·loqui amb:
Gustavo Meoño (coordinador AHPN Guatemala)
Carlos Henriquez Consalvi, Director del Museo de la Palabra y la Imagen de El Salvador (MUPI)
Modera: Arxiu Nacional de Catalunya



22h:
- Los ofendidos, Marcela Zamora. (85 minuts) (2016)

La pel·lícula "Los ofendidos" ens parla de com "Als meus 33 anys, la meva mare em va explicar que el meu pare, durant la guerra civil salvadorenca, havia estat capturat i torturat durant 33 dies per la Policia Nacional. Dos anys més tard vaig tenir el valor per preguntar-li sobre aquests dies a ell i a altres homes i dones que havien sofert la seva sort. Aquestes persones no demanen venjança, l'única cosa que demanen és que sàpiga la veritat."

Més informació al següent enllaç

29/10/16

Marcela Zamora, documentalista salvadoreña

 
“La gente sigue yendo a ver mis documentales porque no solo les doy horror” 

Después de 12 años de retratar en sus películas el dolor de las víctimas, la documentalista salvadoreña Marcela Zamora regresa a las salas de cine con algo en tono más positivo. Se trata de Comandos, un largometraje de 80 minutos que muestra el día a día del grupo de voluntariosos rescatistas en la sede central de la oenegé, la del Centro Histórico de San Salvador; esa esquina oscura, como Zamora prefiere llamarla, epicentro de las emergencias que sacuden una de las ciudades más violentas del mundo.

A través de sus películas, la documentalista salvadoreña Marcela Zamora ha mostrado el camino de las mujeres migrantes hacia Estados Unidos, a madres que buscan con desesperación a sus desaparecidos, a niños que a través del teatro ensayan un escape a la violencia de las comunidades en las que viven, a torturados en la guerra civil cuyas heridas siguen abiertas mientras esperan justicia. Y aunque el día a día de los rescatistas no era necesariamente la historia que perseguía en ese momento, hubo razones de peso para que la directora cambiara un poco el tono respecto a sus trabajos anteriores. La cobertura de los conflictos, pasado y presente, de El Salvador la había desgastado demasiado: "Estaba desilusionada, sin esperanza. Ya estaba dando por hecho que este país no servía", dice, y explica que la labor que realizan los socorristas de Comandos de Salvamento le sirvió para recargar energías.

Si bien la experiencia y el resultado de filmar fue enriquecedora para ella y su equipo, la parte burocrática que financió el proyecto le arruinó el proceso, aun después de haber finalizado la película, y le impuso ciertas limitantes. Comandos fue posible por el financiamiento del Premio Pixels que entrega el Ministerio de Economía, cuyas bases establecían que el material producido tenía que ser positivo: "Esa fue una de las cosas por las que no pude meter el tema que realmente yo quería, porque nos dijeron bien claramente que querían temas positivos".

Los desembolsos del fondo, sin embargo, no han cumplido todos los plazos y ha significado retrasos en el pago del equipo de la productora y los proveedores que subcontrataron para la realización del documental: "Ahorita tengo como unas diez personas pidiéndome que por favor les pague, y lo más triste es que quedamos mal. La industria cinematográfica se está construyendo alrededor del "ellos no pagan, con ellos no trabajés".

De sus anteriores documentales, Zamora ha ido tomando experiencia técnica y administrativa. Aprendió a vender sus películas, a ganar aliados que le financiaran sus películas y a cabildear sus documentales para la participación en festivales. En noviembre próximo, en Amsterdam, Los ofendidos se pasará en el Festival Internacional de Cine Documental (IDFA, por sus siglas en inglés), tan importante para el cine documental que "es como ir a los Oscar", dice ilusionada. Sobre sus apuestas con Comandos, su aporte a la conformación de una industria cinematográfica salvadoreña y la construcción de su narrativa, platicó con El Faro en la siguiente entrevista.

Tu línea de documentales siempre ha sido la de retratar a víctimas. Las madres de los migrantes desaparecidos en el camino, los niños que viven en comunidades sitiadas por la violencia, madres buscando a los desaparecidos por el conflicto actual, y torturados. En Comandos no estamos viendo necesariamente víctimas del mismo tipo al que nos has mostrado antes. ¿Por qué era importante contar esta historia?
 
Creo que Comandos surge de un cansancio y de una desilusión por el país. Yo había perdido las esperanzas, las ganas de creer. Estaba muy desilusionada, sin esperanza. Llevo 12 años cubriendo víctimas. Toda mi cinematografía es víctimas de los conflictos pasados, presentes, de los que van a venir. Ya estaba dando por hecho que este país no servía. Creo que hubo una conversación con Julio [Julio López, productor del documental] en un momento en la que nos dijimos: "Hagamos un documental distinto, que nos recargue las baterías, que nos devuelva esas ganas de seguir contando las otras historias". Y por ahí salió Comandos. Carlos Martínez [periodista de la Sala Negra de El Faro] fue quien nos dijo: "¿Por qué no lo hacen sobre Comandos de Salvamento?" Y fuimos a ver. También fuimos a ver a otros personajes, queríamos que fuera de héroes, de algo bueno de El Salvador.

¿Qué te sedujo de la historia?

Me impresionó la humildad con la que trabajan, me impresionó esto que pasa mucho en nuestros países, donde hay estas diferencias tan grandes, donde hay gente humilde ayuda a gente humilde. Paradójicamente, la gente que más ayuda es la que menos tiene; y generalmente, la gente que más tiene es la que menos ayuda. Encontrarnos a este grupo de rescatistas, donde había 3 mil 500 voluntarios que dan sus horas de gratis, guiados por un grupo de veteranos que enseñan a los jóvenes primeros auxilios. Yo intenté hacer un documental de heroísmo y alegría, pero no me salió tan alegre. No podés dejar de retratar el país donde trabajan estos rescatistas, y sobre todo porque como es la sede central, ellos trabajan en la zona del centro de San Salvador. ¡Ufff!, los lugares en los que nos metimos. Es que San Salvador es como una Ciudad Gótica, en la noche es una ciudad bien dura.

¿Tu intención era, entonces, desaturdirte un poco del trabajo que habías venido haciendo en los últimos 12 años?
 
No es que esté aturdida, es que estaba sin esperanzas. Dejé de creer en El Salvador y en la clase política. Yo soy de izquierda y lo voy a ser siempre. Pero dejé de creer en los que me deberían de representar. Yo en la derecha nunca voy a creer; lo siento mucho, no confío en ellos, no creo en su trayectoria política. En la izquierda sí, yo vengo de una familia de izquierda. Pero tengo decepción de los hombres y mujeres que me están representando en el gobierno. Quizás no de todos, pero de una gran mayoría sí. Esperaba algo distinto, y sobre todo más humildad para decir: "Estamos bien mal, nuestra gente está sufriendo mucho". Y te da cólera y frustración ver que tu clase política no lo ve.

Mencionabas que en un inicio lo que querían era hacer un documental sobre héroes y que estuvieron viendo a distintos personajes. ¿Por qué necesariamente un homenaje a Comandos de Salvamento y no a Cruz Roja o Cruz Verde?
 
Escogí Comandos porque creo que es el grupo de rescatistas más austero y que tiene menos recursos. Ellos tienen un presupuesto de 500 mil dólares al año, y el año pasado atendieron miles de emergencias. La sede central se les está cayendo, apenas está parada. Otra de las razones por las que hicimos el documental fue porque ahí hay un montón de jóvenes. Aquí es un pecado, un crimen, ser joven, y los jóvenes lo están sintiendo. Creo que es una parte de la sociedad a la que nadie da voz. Y yo que ando metida en estos lugares, adonde estoy segura que ningún diputado va, lo que te dicen es: "Qué horrible, ahora le tenemos miedo a la pandilla y a la Policía". El día del estreno no llegó uno de los comandos y, cuando pregunté por él, me dijeron que la Policía le había dado una gran ‘vergueada’. Lo que están haciendo es pudriendo a esos jóvenes buenos, porque después de una paliza de unos policías, ¿vos creés que les queda respeto por la Policía o por el gobierno? Es más fácil que se metan a las pandillas. Los están tirando para otro lado.

Entonces, parte de tu misión era, además de retratar a los jóvenes que por su edad y por ser pobres están estigmatizados, retratar la realidad de los Comandos para que ellos consigan donaciones o que alguien les apoye.
 
No es un video institucional, porque no lo es, pero creo que también queda bien claro en la película el trabajo que hacen. Lo que vemos en la película es la acción. Espera y acción, y el país que están atendiendo con los recursos que hay. Yo no compré una ambulancia para andar a mi equipo atendiendo rescates, ni tampoco les compré gasa ni nada. Lo que ellos tienen ahí sale, y cómo cuidan esas cosas. De hecho, nosotros les vamos a regalar un montón de copias para que ellos puedan hacer sus proyecciones afuera y ver que les ayuden.
Tengo entendido que ya habían terminado la filmación cuando asesinaron a Erick, el voluntario de 14 años. ¿Cómo jugó este elemento dentro de la narrativa?
No teníamos dinero. Yo quería ir a filmar, pero no tenía dinero para pagar una cámara ni para pagar a un fotógrafo. Yo no puedo decirle a la gente "venite un día gratis", eso no es profesional. Entonces, no tenía dinero para filmar ese día y tuvimos que resolver, y lo hicimos a través de los noticieros de televisión, los medios que ya habían ido, y creo que se solucionó bien en la película. Uno de los hilos conductores son los noticieros, entonces creo que se solucionó así. Pero es que no tenía dinero para ir y no iba a ir con una handycam. No se hace así el cine. No tuve oportunidad.

Si hubieras tenido la posibilidad, ¿le habrías dado un giro al documental a partir de ese evento?
 
Habría sido igual, solo que mejor filmado. Habría ido en persona a filmar, y habría obtenido las reacciones más inmediatas. Porque luego logramos sacar un dinero de por ahí para pagar un día más de filmación, pero fue como una semana después. No pude tener las reacciones inmediatas.

Una de las cosas que me llamaba la atención es que se insiste mucho en el documental en los 3 mil 500 voluntarios, pero ¿por qué decidieron quedarse solo con San Salvador? Porque si San Salvador tiene esas dificultades, probablemente en las sedes del interior del país sean mucho peores.
 
La sede central la escogí, primero, porque es el centro de San Salvador, que es el corazón de El Salvador; segundo, porque es una de las ciudades más violentas que hay en El Salvador y en el mundo; tercero, creo que ahí se condensaban casi todos los tipos de emergencia que ellos atienden. Ahí sí pasa todo: desde el bolito tirado, el accidente de tránsito, más la cantidad de víctimas por heridas de bala que recogimos. Filmamos casi 20 días, que no es mucho tiempo; entonces, teníamos que tener lo máximo posible. Y la sede central es una radiografía de casi todas las sedes, solo que unas atienden menos casos. Claro, hay unas que tienen muchísimos menos recursos, pero necesitaba demostrarte la sede máster para que vos te podás imaginar las otras.

Me mencionabas que apenas eran ocho meses para hacer el documental porque dependían de los desembolsos del fondo Pixels. ¿Sentiste que renunciaste a algo?
 
Totalmente. Creo que soy de las directoras de mi generación con mayor experiencia y yo no disfruté este proceso. Disfruté filmar a los comandos por los personajes que tuve. ¿Estoy orgullosa de mi película? Súper. ¿Estoy feliz del proceso? No, nada. Yo sufrí mucho en el proceso. Todo el tiempo fue estar peleando por el dinero, que por favor páguennos. Ni yo ni ninguno de mis compañeros que trabaja conmigo viene de una familia millonaria. Nosotros tenemos que poner el dinero en nuestras casas mes a mes. Y no es que vos digás: "Voy a tener esta película y esta otra". Hacer una película en ocho meses es 24 horas trabajando. No te queda tiempo para hacer otra cosa. Entonces, todo tu ingreso monetario depende de esa película, si la querés terminar en ocho meses. Muchos de los cineastas, claro, como no les pagan, tienen que buscar otro trabajo, entonces se va alargando la realización. Realmente el proceso fue muy doloroso.

Y a nivel técnico, ¿te hubiera gustado abarcar otras cosas? ¿20 días son suficientes para filmar?

Yo siempre filmo 20 días al año y después me quedo un año en posproducción. Me meto seis meses en la investigación para poder filmar poco, porque como nunca tenemos mucho dinero. Entonces, para llegar clara a qué es lo que quiero y no perder el tiempo, hacemos investigaciones largas, que es solo pagar a una directora y a un productor. Con Comandos me habría gustado hacer una mejor preproducción. Habría querido tener más tiempo para investigar más, estar más tiempo con ellos, permanecer. Lo que pasa es que eso cómo lo justificás en los informes. La gente cree que uno hace cine y se lo saca de la manga. Y llega y pone la cámara y lo tiene. Julio y yo pasamos todo el año escribiendo informes para Pixels, en los que tenés que decir qué hiciste día a día. Yo lo que hago es que estoy y leo un libro, pero sobre todo estoy con mis personajes. Y no tuve mucho tiempo para estar con ellos. Creo que salió algo bueno porque los personajes fueron bien bondadosos y generosos conmigo. Me pusieron toda la organización a la orden, hasta nos asignaron espacios en las ambulancias.

Continuar con la entrevista en El Faro

12/6/16

"El cuarto de los huesos" guanyadora del premi AIC en el festival DocsBarcelona 2016


La pel·lícula "El cuarto de los huesos" (El Salvador) de Marcela Zamora, va rebre el passat 29 de maig el premi AIC en el marc de l'acte de cloenda del festival DocsBarcelona, que s'ha celebrat a Barcelona del 23 al 29 de maig.

El jurat d'AIC va decidir premiar la pel·lícula "per abordar amb sensibilitat l'horror i el dolor que provoquen la violència i les desaparicions forçades. Per posar el focus en un país petit amb un problema enorme marcat per la por a la denúncia i la impunitat, i fer-ho amb emoció i senzillesa, donant veu a dones i famílies de desapareguts a El Salvador".

El guardó que concedeix AIC no té dotació econòmica: a l'obra guanyadora se li lliurarà una estatueta original de l'escultor Andrés Gavilano. Un total d'onze pel·lícules optaven enguany al premi, que AIC ha concedit per segona vegada en el marc del festival. En l'edició de 2015, la guanyadora va ser "The Look of Silence" de Joshua Oppenheimer. El premi AIC vol reconéixer les pel·lícules que, en el marc del DocsBarcelona, mostrin qüestions relacionades amb els drets humans i que n'afavoreixin el coneixement, a més de la denúncia i l'activisme sobre una realitat i la capacitat de transformar-la.

El jurat d'enguany estava format per Ona Anglada, activista del grup universitari d'AIC a la UPF i vocal de comunicació, Alba Herrera, responsable d'activisme i Dani Vilaró, responsable de comunicació. Enguany amb el lema "Mirades inquietes", DocsBarcelona ha arribat a la seva 19a edició totalment consolidat com un dels festivals europeus de cinema documental de referència.

Aquesta edició és la cinquena que AIC hi col·labora. El festival ha tancat amb un augment del 30% de públic, fins assolir la xifra de 10.000 espectadors.

9/11/14

"María en tierra de nadie"

De la mano de la cineasta salvadoreña Marcela Zamora Chamorro hoy desde Huacal os invitamos a descubrir el documental "María en tierra de nadie", que podemos ver en este enlace.

Un viaje de más de 5.000 kilómetros, lleno de riesgos y peligros, a bordo de trenes de carga, como polizones, expuestos a múltiples accidentes, mutilaciones; con el continuo miedo a los robos, a las agresiones y a los secuestros; con el miedo que infunden Los Zetas, organización criminal responsable de numerosos actos de violencia contra las personas migrantes en México.

Un camino desde los prostíbulos de Tapachula (sur de México), donde la trata de personas con fines de explotación sexual es una realidad palpable, a los ejidos de Sonora del norte mexicano, controlados por los cárteles del narcotráfico. “María en tierra de nadie” nos habla de las migrantes indocumentadas, a través de las experiencias de mujeres secuestradas por Los Zetas, víctimas de la trata de personas o mutiladas en el camino. La organización Amnistía Internacional, en un reciente informe, estimaba que el 60% de las mujeres indocumentadas sufren algún tipo de agresión sexual en ese viaje.

La Comisión Nacional de Derechos Humanos de México reveló en su informe de 2009 que 10.000 personas indocumentadas habrían sido secuestradas en los seis meses que se alargó la recogida de datos para el informe, principalmente por Los Zetas, según informa Amecopress. Abundan las denuncias de abusos y asaltos por parte de grupos policiales sobre los migrantes. “No he conocido a un migrante que no haya sido asaltado en ese camino por un policía local, judicial o estatal, incluso por soldados de la zona fronteriza, y en todos los casos, saben que nunca lo van a denunciar”, afirmaba el fotógrafo Edu Ponces a la agencia EFE.

En la reciente presentación de sus trabajos en España, los autores señalaban el punto caliente que es el istmo de Tehuguantepec, que comprende los estados mexicanos de Chiapas, Tabasco y Oaxaca, y al punto conocido como La Arrocera, como los lugares donde la vulnerabilidad y el riesgo son más altos. Después de atravesar esa zona, el peligro continúa.

Los autores afirman a EFE que Los Zetas “tienen bajo su control toda la zona atlántica mexicana”. A este grupo criminal llamado Los Zetas se le atribuye la matanza de Tamaulipas, en la que fueron asesinados 72 emigrantes en el pasado mes de agosto. Los asaltos y secuestros son continuos en todo el recorrido. El objetivo de los secuestradores es llevar a los migrantes a cárceles clandestinas y exigir un rescate a sus familiares residentes en Estados Unidos. Quieren el dinero destinado al ‘coyote’. El coyote es la persona que se enriquece con el tráfico de personas, facilitando, a cambio de dinero, la entrada de los migrantes en los Estados Unidos. “Ese coyote les cuesta a los familiares unos dos mil dólares”, explica Edu Ponces. “Si no pueden pagar, entonces, un miembro de Los Zetas, conocido como ‘el carnicero’ se encarga de matarlos, cortarlos en pedazos, meterles en un barril y encenderlo”, explica Ponces.


Para los reporteros, el nivel de violencia alcanza la dimensión de ‘crisis humanitaria’ en toda regla, pues son miles los crímenes, “con la pasividad absoluta de las altas estructuras del Estado”. Este amplio y ambicioso proyecto en el que se enmarca “María en tierra de nadie” nos vuelve a llamar la atención sobre una realidad que sucede en estos momentos, que no fue ni terminó sino que nos muestra en su alcance más trágico cómo es el viaje entre el Sur y el Norte, el viaje de las esperanzas del migrante que decide probar suerte y tratar de escapar de la pobreza en busca de los cantos de sirena que llegan desde los países más enriquecidos. La cámara (y los ojos) de Marcela Zamora miran hacia esta cara de la realidad, no son los únicos, pero igual son pocos.

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