Las casas entechadas de rojo, rodeadas de cercas de maguey siempre verde, sombreadas por cocoteros y naranjales, con un fondo de platanares, con sus anchas hojas verdes agobiadas bajo el peso de sus pesados racimos de dorado fruto, más bien parecía retiro del Paraíso, que cosa alguna de lo que nuestras frías imaginaciones del norte se figuran como habitaciones terrestres.[...]” (Squier 1854).
Aquel que en realidad pretende conocer el nacimiento de la arqueología en nuestro país, sin lugar a dudas conocerá a Ephraim George Squier (1821-1888). Reconocido diplomático norteamericano, a quien la posteridad recuerda como el arqueólogo–etnólogo de los primeros reportes culturales del área centroamericana. En Estados Unidos, hacia 1848 publica la primera monografía referente a los sitios con montículos de la región del Mississippi y Ohio. Su desempeño como investigador le ganó prestigio entre los círculos de intelectuales en Washington.
Llega a Honduras en 1849, investigando la ruta apropiada para la construcción de un canal ístmico. En su paso por nuestro país, se interesa en los hablantes de nahuat y las migraciones pipiles en Centroamérica, así como en anotar referencias arqueológicas prehispánicas.
A Squier se deben los primeros informes arqueológicos y las primeras observaciones antropológicas de El Salvador. Su descripción de San Salvador tal fue poco antes del nefasto terremoto del 16 de abril de 1854, proporciona una valiosa estampa histórica de nuestra ciudad. Para Squier, el San Salvador de 1852 “... con sus casas y con sus iglesias blancas pareciese, pues, montada en esmeralda viva”.
Articulo de Fabricio Valdivieso publicado en PAPELES DE ARQUEOLOGÍA (Fundación CLIC), un proyecto documental no comercial de acceso libre que compila y publica de forma periódica, de la mano y con la autorización de los autores y autoras, investigaciones y lecturas de carácter científico y cultural realizadas o vinculadas a El Salvador.
