Hoy, y para finalizar e iniciar bien el próximo año, una sencilla receta para degustar una delicia de El Salvador y Centromamérica, los tamales de elote:
Ingredientes:
· 10 Elotes tiernos y frescos
· 1/2 taza de leche
· 6 Onzas de manteca derretida
· Azúcar y sal al gusto
· 4 Onzas de chicharrones
Procedimiento:
1. Se muelen los granos de elote en la licuadora con
la leche, el azúcar y sal. Por último se les agrega la manteca, se
revuelve bien. Si gusta añadirle un toque especial, agregue 4 onzas de
chicharrones.
2. En las hojas de elotes, eche dos cucharadas de masa, enróllelas y se dóblele las puntas.
3. La olla en la cual va a cocer los tamales debe
prepararla antes colocando algunos olotes en el fondo sobre los cuales
se deben depositar los tamales verticalmente.
4. Coloque una cantidad suficiente de agua, a modo
que quede dos dedos debajo de la altura de los tamales para evitar que,
al llegar al punto de ebullición, los lave. Así se conservará mejor el
sabor.
5. Tápelos con las hojas que sobran de los elotes. Se dejan hervir por una media hora o más. Se sirven con crema.
Este interesante proyecto es un esfuerzo académico y cultural que busca visibilizar el legado de los pueblos originarios del occidente de El Salvador. Desde el año 2006 el proyecto ha registrado 50 monumentos de la tradición escultórica Cabeza de Jaguar en los actuales Departamentos de Santa Ana, Sonsonate y Ahuachapán.
En 2009, la Secretaría de Cultura de El Salvador autorizó el inicio del
Proyecto Arqueológico Ataco, apoyado por el Museo de la Universidad de
Pennsylvania. Dicho estudio se dedicó a la exploración arqueológica de
los asentamientos humanos localizados en los alrededores de la ciudad
moderna de Concepción de Ataco, resultando en el registro de dos grupos
monumentales: El grupo Ataco-Cementerio del periodo Preclásico (300
ac.-250 dc) y el grupo Los Tablones del periodo Clásico Tardío (600
dc-900 dc). Actualmente el proyecto de investigaciones continúa gracias
al Programa de Becas Posdoctorales de la Universidad Nacional Autónoma
de México y al Instituto de Investigaciones Antropológicas, UNAM.
Avui us oferim un documental del directori Dan Ortínez amb el títol "La lluita a la motxilla / La lucha en la mochila" un film que sap captar relats intensos i durs, amb la delicadesa i la sensibilitat que calen. El fil conductor és el de tres metgesses internacionalistes, l’Elisenda, la Begoña i la Marta, una catalana i dues basques que van escollir un camí poc comú: anar-se’n a la guerra d’El Salvador. Amb la clara convicció de lluitar pels seus ideals van anar a curar els ferits i van viure –més aviat, sobreviure– en un país on cada dia s’hi sumaven morts enmig de la misèria i la repressió.
Testimonis que les van conèixer i que van infiltrar-se al conflicte armat ens expliquen davant la càmera com van poder-hi exercir la medicina. A tall d’exemple, les sales d’operacions eren la clandestinitat dels boscos i l’instrumental mèdic el que cabia a la pròpia motxilla. Passaven molta por, massa. Dies sense menjar, amb caminades llarguíssimes per fugir de la repressió de l’exèrcit. Però què els motivava a endinsar-se en aquest conflicte armat, tenint una vida còmoda a Catalunya i al País Basc? El documental ens desvetlla quina és la seva força, el seu impuls.
"Esta no es una historia es algo que me sucedió realmente a mí (Víctor Sánchez, uno de los entrevistados en el libro), fue en los años 50, yo tenía solo 20 años de edad y ese día, fui a un baile en el pueblo deSan Vicente, la distancia entre el pueblo y el cantón donde vivía, era de 5 kilómetros aproximadamente, tenía que pasar por cafetales, veredas y varios caminos que se cortaban entre sí, solo alguien del lugar como yo, no podría perderse en la noche.
Ese día del baile me fui con varios amigos y amigas nos fuimos como las cuatro de la tarde para llegar temprano, el baile comenzaba a las siete de la noche y terminaba antes de las doce, pero como quería irme a divertir no me importaba como haría para venirme de regreso.
Ya cuando comenzó el baile estuvo estupendo la música de la orquesta estuvo contagiosa y saque muchas chicas del pueblo a bailar y estuve departiendo unos vasitos de chicha, no muchos para no perder el control.
Los conocidos y amigos uno a uno se fueron yendo antes de que terminara el baile, yo me quedé hasta que terminó el baile y llego la hora de irme, bueno emprendí camino yo solo de regreso a casa y comencé a caminar en la oscuridad de la noche había una luna preciosa con un cielos completamente estrellado, bueno yo comencé a tener un poco de miedo, ya que se movían los arboles yo dije: “Han de ser los animales que duermen en estos árboles”, dije para mí mismo.
Se me había olvidado que mi única amiga era una lámpara que me alumbraba donde mis ojos no alcanzaban a ver, llegue hasta la orilla de un rio que tenía que pasar por suerte este era pachito y no me llegaba mas allá de la rodilla, me disponía a pasar y cual creen que fue mi sorpresa; un caballo negro como la noche misma, con un hombre delgado vestido de negro pero sin cabeza en lugar de esta salía una columna de humo y con el reflejo de la luna parecía que sus ojos brillaban yo me llene de espanto y él me dijo con una voz grave:
¿Qué haces tú a estas horas de la noche, que no sabes que la noche mepertenece a mi yo soy el único dueño de la noche?
Se me pararon todos los pelos del cuerpo y se me puso la carne de gallina, no le puede contestar nada y como pude pegue una gran carrera hasta llegar a casa, y no lo van a creer pero pase tres días con calentura, cuando ya me había recuperado de aquella experiencia que tuve esa noche y le comente a mi papá, me dijo:
Hijo te encontraste con el Justo Juez de la Noche que es el que cuida los caminos rurales y que castiga a las personas que andan haciendo mal, como los borrachos, mujeriegos, ladrones y todo tipo de personas que no deberían andar en la noche, me dijo mi padre que a estos le pega una gran reprimenda.
Créanme que desde ese día yo no volví a casa solo, si me tocaba regresar siempre me hacia acompañar de alguien más, además mi papá me dijo que si yo hubiera andado haciendo algo malo este me hubiera dado una gran reprimenda. Esta es una de las muchas leyendas de nuestro pueblo como lo son la Siguanaba, el Cipitío, la carreta chillona y otras tantas, solo que esta yo la pase en carne propia y como dicen ver para creer y yo lo viví".
Articulo publicado en el diario El Faro a principios del año 2012 sobre la destrucción por parte de la iglesia del mosaico de Fernado Llort. Desde Huacal como ya denunciamos anteriormente compartimos la rabia y el desprecio por la actitud del arzobispo de San Salvador, monseñor José Luis Escobar Alas, así como el silencio existente sobre este tema con el paso de los años... por eso de nuevo exigimos responsabilidades , que se cumpla la ley y se reconstruya el mural...
"Tres meses antes de la destrucción del mosaico, colaboradores de Fernado Llort habían sustituido algunos azulejos deteriorados. La Secretaría de Cultura aseguró que el mural estaba en proceso de ser declarado bien patrimonial, pero no era cierto. La Secretaría de Cultura, la Alcaldía capitalina y la Iglesia incumplieron la ley, y unos 60 templos coloniales siguen en manos de una institución con antecedentes de destrucción.
Fernando Llort refutando las razones del arzobispo para destruir la obra
Al llegar al atrio de la Catedral Metropolitana, el arquitecto Gustavo Milán escuchó que había misa. Eran más de las 5 de la tarde y había pequeños montículos de ripio en todo el graderío. Casi todos los azulejos que componían la fachada del templo estaban en el suelo hechos añicos: “No hay nada que hacer”, pensó. Milán, jefe de inspecciones y licencias de la Secretaría de Cultura, estaba en su primer día de vacaciones, y una llamada en su teléfono celular una hora antes lo había sacado de su descanso. “Están demoliendo en la entrada de Catedral”, le advirtió un conocido, y salió disparado hacia San Salvador.
Milán dirige la oficina encargada de que ningún bien cultural declarado patrimonio sea modificado sin autorización y estaba vacacionando con su familia a unos kilómetros de Suchitoto. Alertado sobre la demolición, se despidió de su familia, subió a su carro y se dirigió al corazón de San Salvador pensando que, de nuevo, alguna empresa constructora estaría aprovechándose de los días en que las ciudades se rinden a las vacaciones. Condujo durante una hora y en su cabeza daba vueltas la idea de que era reiterado que los daños al patrimonio ocurran en un día feriado. Solo tenía una pregunta: ¿Quién se atrevía a tocar Catedral?
Pasadas las 5, Milán iba entrando al Centro Histórico sobre la Avenida España. Vio las cúpulas de la Catedral con su singular zigzag amarillo y azul y pensó que a lo mejor los daños aún no eran muchos. Cuando detuvo la marcha, escuchó el sonido de algunas herramientas, y percibió que la jornada ya iba terminando. Milán sabía que si no portaba su identificación de empleado de la Secretaría de Cultura de nada serviría ordenar que detuvieran los trabajos. “Pero además, no había nadie con quién hablar, uno necesita un interlocutor oficial pero el padre estaba dando misa”. Por si fuera poco, Milán también necesitaba imprimir un documento sin el cual toda orden de detención de obra es inútil.
Fue hasta las 9:30 de la mañana del día siguiente, viernes 30 de diciembre, cuando Milán llevó el documento del “paro de obra” a Catedral. Antes, había pasado por las oficinas de la Secultura a unas 15 cuadras de distancia para imprimirlo. Hasta entonces pudo entrevistarse con el párroco Williams Recinos, cuando de plano ya no había nada que hacer por el mural “La armonía de mi pueblo”, de Fernando Llort: había desaparecido. Hasta hoy, ni Milán ni nadie en la Secretaría de Cultura tienen claro cuándo se comenzó a remover el mosaico de la fachada de la Catedral Metropolitana de San Salvador. Reportes periodísticos detallan que inició el lunes 26 y la Iglesia solo ha dicho que los trabajos duraron apenas dos días sin sus noches.
"Pocos días después de que el secretario de Cultura y el director de Patrimonio sostuvieron reuniones en el Vaticano con el cardenal Gianfranco Ravasi, presidente del Consejo Pontificio de la Cultura, para encontrar maneras de hacer efectiva la protección del patrimonio religioso salvadoreño, unos albañiles, por órdenes del arzobispo de San Salvador, arrancaban a martillazos “La armonía de mi pueblo”, el mural de Fernando Llort adherido a la fachada de la Catedral Metropolitana.
El director de Patrimonio aún estaba en Europa y la Secretaría de Cultura, de vacaciones de fin de año. Entre el 26 de diciembre de 2011 y el 3 de enero de 2012 corrió información que no permitía entender por qué la Iglesia pudo destruir el mosaico de la Catedral. Cuando esto quedó claro, la duda que se instaló fue por qué no hubo consecuencias legales para los responsables de que eso sucediera".