En Suchitoto, un grupo de mujeres ha encontrado en la confección de ropa y el teñido con añil una forma de sustentarse económicamente. Exportan a otros países sus creaciones y han logrado concientizar a sus familiares de la importancia de que exista una igualdad real de oportunidades y derechos entre hombres y mujeres.
Según nos informa Gloria Moronto en un articulo en la web de Transparencia Activa, en Suchitoto, no muy lejos de la iglesia Santa Lucía, dos mujeres charlan divertidas detrás de un mostrador. Pertenecen a un grupo que nueve años atrás decidió abrir un taller de confección de ropa para ayudar a varias mujeres a salir adelante económicamente. Algunas de ellas eran de violencia familiar.
“Vino alguien que ya sabía de bordado y nos dio unas clases. No más empezamos con pedacitos de manta, dos madejitas de hilo, como para practicar puntadas para bordar”, narra Irma, de 43 años. Hoy venden sus creaciones, “ropa bordada típica y confección para teñir en añil”, a los turistas que se acercan al municipio y también exportan a países como España. En ocasiones, debido a la gran demanda, se han organizado para trabajar por la noche y cumplir así con los plazos de los pedidos.
Los inicios no fueron sencillos. Una integrante de la Concertación de mujeres de la zona seleccionó en distintas comunidades a varias de las ahora costureras. “Las que iniciamos sabíamos confeccionar un poco y bordar también, pero no sabíamos lo que era ya combinaciones de colores y todas esas cosas”, cuenta Irma. Por eso, la profesora que llegó “trajo pinturas y nos puso en papeles a hacer mezclas de colores y comparar”. Después de un tiempo, sintieron deseos de seguir avanzando: “Queríamos sacar producción y gestionar por ahí después de las clases de aprendizaje. Alguna máquina, más materia prima. […] Empezamos a hacer algunas prendas; algunas ONG nos recomendaban a extranjeros que venían y empezamos a vender la ropa bordada”, recuerda la mujer. Cada una se especializó en una parte del proceso y cada prenda lleva ahora el nombre de la artesana que la confeccionó y tiñó.
Se sienten empoderadas, con más autoestima y nuevas herramientas con las que manejarse en la vida. “Nosotras nos sentimos contentas porque es parte de cómo generar ingreso para nuestras familias, nuestros hijos”, añade y dice señalando a su compañera: “Hay mujeres, por ejemplo ella, madre de cuatro hijos, y es madre soltera. Ella sola los ha ido sacando adelante. Y tenemos cada una de nosotras una historia”. Desde hace nueve años, mujeres de Suchitoto pusieron en marcha un taller como forma de salir adelante económicamente. Irma reivindica el esfuerzo diario de todas, pues de lunes a viernes acuden al taller incansablemente. La producción aumentó en los últimos tiempos porque también participan en el programa de uniformes escolares del Ministerio de Educación, que permite entregar calzado y ropa a alumnos de todo el país. Además, “los días sábados los cubrimos una; el domingo, la otra, para tener abierto todos los días”, afirma Irma.
Su experiencia ha servido para empoderar a otras mujeres. “Estamos ahí constantes en algunas charlas de formación, de liderazgo, de convivencia”, aseguran. Iniciativas como ésta suponen un cambio en los roles patriarcales más comunes en la sociedad e influyen en las relaciones familiares y el ámbito público. Acercarse a la igualdad de derechos en la práctica no les ha resultado sencillo. Al principio, fue “conflictivo”, según explica Irma. “Nos contábamos ahí las que tenemos pareja. Ya a estas alturas [los hombres] están un poco sensibilizados también”, cuenta. “Nos enseñaron cómo tratar, involucrarles, concientizar a nuestros hijos, a nuestros maridos. Ha sido un proceso completo. Ha sido una lucha dura, complicada”. Como ellas mismas reconocen, quedan muchas barreras por superar y el camino está siendo difícil, pero gratificante al fin.