El juego ancestral de pelota maya surgió hace más de 3,000 años en Mesoamérica, pero es desde hace tres que ha resurgido en El Salvador, donde un puñado de maestros junto a miembros de comunidades indígenas lo están enseñando a niños y jóvenes de forma integral.Su nombre es la pura onomatopeya del sonido de la bola contra el antebrazo (pok), la pared (ta) y vuelta al antebrazo (pok).
En El Salvador se practica desde hace tres años. En este tiempo se ha conformado una selección nacional que ha participado en dos Copas del Mundo (ganando el segundo lugar en el debut), el país ha sido sede de la última este 2019 y al menos 250 personas (desde niños hasta adultos) están envueltos actualmente en su práctica. Se ha logrado avanzar en su entendimiento, entrenamiento y práctica a través del Ministerio de Educación y la hermandad de los pueblos indígenas.
Su desarrollo envuelve todo un ritual que reivindica el lenguaje, la cultura, inteligencia, sistema de creencias y forma de vida de los antepasados. Ante un altar vivo (conformado por flores, plantas y velas), los protagonistas, músicos y hasta el público, a ritmo de instrumentos musicales, giran en contra de las agujas del reloj agradeciendo (bien en náhuatl o en español) al sol, la noche, el aire y el agua y pidiendo permiso de jugar en el "hom" (cancha).
Luego viene el Pok Ta Pok; un enfrentamiento entre dos equipos de igual cantidad de participantes (dos o cuatro), ya sea en la modalidad de cadera o de antebrazo, muslo y pecho. El gran objetivo de ambos bandos es pasar el "pitz" (pelota) por el aro fijado en el frontón, anotación que lleva por nombre "lacam" (en la modalidad de antebrazo) o "lup lup" (versión cadera) y simboliza el paso de la muerte a la vida o de la oscuridad a la luz.
Actualmente, el encuentro dura 40 minutos, dos tiempos de 20. Gana la escuadra que haga más puntos. En el pasado, según el contexto en el que se desarrollaba, podría acabar cuando un equipo anotaba por primera vez y con ello finalizaban guerras o los ganadores o perdedores eran sacrificados.
Artículo de Eduardo De la O para La prensa gráfica
