"Tres meses antes de la destrucción del mosaico, colaboradores de Fernado Llort habían sustituido algunos azulejos deteriorados. La Secretaría de Cultura aseguró que el mural estaba en proceso de ser declarado bien patrimonial, pero no era cierto. La Secretaría de Cultura, la Alcaldía capitalina y la Iglesia incumplieron la ley, y unos 60 templos coloniales siguen en manos de una institución con antecedentes de destrucción.
Fernando Llort refutando las razones del arzobispo para destruir la obra
Al llegar al atrio de la Catedral Metropolitana, el arquitecto Gustavo Milán escuchó que había misa. Eran más de las 5 de la tarde y había pequeños montículos de ripio en todo el graderío. Casi todos los azulejos que componían la fachada del templo estaban en el suelo hechos añicos: “No hay nada que hacer”, pensó. Milán, jefe de inspecciones y licencias de la Secretaría de Cultura, estaba en su primer día de vacaciones, y una llamada en su teléfono celular una hora antes lo había sacado de su descanso. “Están demoliendo en la entrada de Catedral”, le advirtió un conocido, y salió disparado hacia San Salvador.
Milán dirige la oficina encargada de que ningún bien cultural declarado patrimonio sea modificado sin autorización y estaba vacacionando con su familia a unos kilómetros de Suchitoto. Alertado sobre la demolición, se despidió de su familia, subió a su carro y se dirigió al corazón de San Salvador pensando que, de nuevo, alguna empresa constructora estaría aprovechándose de los días en que las ciudades se rinden a las vacaciones. Condujo durante una hora y en su cabeza daba vueltas la idea de que era reiterado que los daños al patrimonio ocurran en un día feriado. Solo tenía una pregunta: ¿Quién se atrevía a tocar Catedral?
Pasadas las 5, Milán iba entrando al Centro Histórico sobre la Avenida España. Vio las cúpulas de la Catedral con su singular zigzag amarillo y azul y pensó que a lo mejor los daños aún no eran muchos. Cuando detuvo la marcha, escuchó el sonido de algunas herramientas, y percibió que la jornada ya iba terminando. Milán sabía que si no portaba su identificación de empleado de la Secretaría de Cultura de nada serviría ordenar que detuvieran los trabajos. “Pero además, no había nadie con quién hablar, uno necesita un interlocutor oficial pero el padre estaba dando misa”. Por si fuera poco, Milán también necesitaba imprimir un documento sin el cual toda orden de detención de obra es inútil.
Fue hasta las 9:30 de la mañana del día siguiente, viernes 30 de diciembre, cuando Milán llevó el documento del “paro de obra” a Catedral. Antes, había pasado por las oficinas de la Secultura a unas 15 cuadras de distancia para imprimirlo. Hasta entonces pudo entrevistarse con el párroco Williams Recinos, cuando de plano ya no había nada que hacer por el mural “La armonía de mi pueblo”, de Fernando Llort: había desaparecido. Hasta hoy, ni Milán ni nadie en la Secretaría de Cultura tienen claro cuándo se comenzó a remover el mosaico de la fachada de la Catedral Metropolitana de San Salvador. Reportes periodísticos detallan que inició el lunes 26 y la Iglesia solo ha dicho que los trabajos duraron apenas dos días sin sus noches.
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Y para saber más de este tema pueden leer:
- Creadores del mosaico de Catedral refutan razones del arzobispo para destruir la obra
- La entrevista con Ramón Rivas, exdirector nacional de Patrimonio que pueden leer a continuación:
"Pocos días después de que el secretario de Cultura y el director de Patrimonio sostuvieron reuniones en el Vaticano con el cardenal Gianfranco Ravasi, presidente del Consejo Pontificio de la Cultura, para encontrar maneras de hacer efectiva la protección del patrimonio religioso salvadoreño, unos albañiles, por órdenes del arzobispo de San Salvador, arrancaban a martillazos “La armonía de mi pueblo”, el mural de Fernando Llort adherido a la fachada de la Catedral Metropolitana.
El director de Patrimonio aún estaba en Europa y la Secretaría de Cultura, de vacaciones de fin de año. Entre el 26 de diciembre de 2011 y el 3 de enero de 2012 corrió información que no permitía entender por qué la Iglesia pudo destruir el mosaico de la Catedral. Cuando esto quedó claro, la duda que se instaló fue por qué no hubo consecuencias legales para los responsables de que eso sucediera".
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